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FILOSOFÍA

Reflexionar sobre filosofía es invariablemente el camino a la reflexión sobre nuestras vidas.

“Penélope y Safo de Lesbos: Entre la jaula de oro y el Yo liberado”

8/29/2025

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Por: Hugo Toro
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Introducción
Con frecuencia nos habituamos a las concepciones de género que surgen a partir de la idea de hombre, sobre todo cuando éstas se ubican cronológicamente en la Edad Antigua, conocemos los nombres de los grandes hombres que concibieron las bases de la cultura occidental, pero esos nombres que son dichos con potente voz revelan el eco generado en el vacío que existe del otro lado:  las grandes mujeres de la antigüedad. De estas mujeres conocemos poco, casi nada, y es en todo caso importante empezar a hacer de ese vacío una voz que empiece a hacer su propio canto.
         Así pues, este breve ensayo se dedica a dos figuras centrales de la antigüedad, por una parte, un personaje de ficción, Penélope. Echaremos mano de la Odisea para reflexionar sobre su rol y las consideraciones en torno a la mujer que giran en torno a este arquetipo representado en su personaje, pues es ampliamente conocido el rol de la poesía épica en la consolidación de modelos morales en la Grecia Antigua. Del otro lado, Safo de Lesbos, legendaria figura de la poesía y el arte, de la cual reflexionaremos a partir de un par de fragmentos de sus obras. De tal suerte que al cierre podamos hacer una conclusión que nos permite dibujar o, al menos, hacer un boceto de la concepción de mujer en la edad antigua.
 
Penélope: la virtud de la mujer, jaula de oro
En el capítulo XIX de la Odisea, la primera aparición de Penélope en este capítulo está marcada por una descripción de su carácter que comienza a configurar una noción de mujer claramente establecida, Homero señala: “La discreta Penélope entonces salió de su cuarto (…) Penélope insigne en prudencia.” (Homero, 2019, c. XIX, §50-60), aunque son pasajes menores, no dejan de revelar la intención de Homero al manifestar al oyente (ahora lector) las cualidades permanentes de Penélope: discreta y prudente.
          A lo largo de la narración, Penélope hace alarde de cuidado del hogar, astucia y lealtad conmovedora (García, 2021). Por supuesto, cada uno de estos atributos consolidan una visión de la mujer cuya posición se erige o se estructura siempre a partir de su relación con un hombre, sus virtudes son virtudes que responden a otro, en este caso masculino, la mujer debe poseer dichos atributos como respuesta a la presencia de un hombre que la coloca, le da una posición, un fin y por lo tanto una serie de características esperables en ella. Estructuralmente su valor se encuentra no en tanto mujer, sino en tanto compañera (en el mejor de los casos).
          Con Penélope, alcanzamos a vislumbrar el recorrido mítico de las mujeres, tanto como causa de los males, como criatura hecha y realizada en su ubicación en nexo con un hombre y de ahí su inevitable destino de acuerdo con un esquema concreto de virtud que aplaude su excelencia y vilipendia el atrevimiento, esto se destaca con potencia en el relato, Homero hace decir a Penélope: “Cuánto yo valer pude, mi huésped, en cuerpo y figura lo acabaron los dioses el día que en las naves partieron los argivos a Ilión y con ellos Ulises, mi esposo.” (Homero, 2019, c. XIX, §120-125)
         Finalmente, a pesar de que esas virtudes no son propiamente malas, adquiridas en relación a un otro que las determina y las impone no parece ser una vía que reconozca el valor de la mujer en tanto sí misma, sino, como he venido diciendo en relación a otro (hombre). Dicho sea de paso, esta es la propuesta de modelo femenino, es un llamado, no sólo un personaje, la invocación a que las mujeres puedan aspirar a ese ideal, inclinarse hacia él.
 
Safo de Lesbos: el Yo que re-clama
Me permito abrir este parágrafo con un juego de palabras: reclamo/ re-clamo, la primera instituye una oposición, un reproche; la segunda, una vuelta al clamar, un volver a decir. De ahí que quiera comenzar a argumentar sobre Safo utilizando esta vía. A Safo se le atribuyen tantas maravillas que su figura se torna necesariamente legendaria, no porque esas atribuciones sean extrañas a la realidad, sino porque la erige en una figura mítica capaz de inventar “el verso sáfico, la estrofa sáfica, el plecro y el pektis” (Zaid, 2008).
        Safo de Lesbos es no sólo una gran poeta, sino alguien que puso en el centro de la creación literaria una consideración poco usual en la época. Probablemente abrió un nuevo campo, fértil, en que la experiencia personal empezaba a cobrar su relevancia y su valor, aspecto retomado por otro poeta nacido diez años después de la muerte de Safo, Anacreonte, y quien replica esa misma “yoicidad”, es decir, el poner en juego la primera persona del singular.
          La poesía de Safo no es únicamente una aspiración que revela la naturaleza, la belleza, los fenómenos o los sentimientos, es la expresión clara de su realización, de su vivencia. Safo abre el camino a ese Yo que sufre, siente, vive y padece.  Recupero un breve poema en la traducción realizada por José Emilio Pacheco (1980):

Se fue la Luna.
Se pusieron las Pléyades.
Es media noche.
Pasa el tiempo.
Estoy sola.

He preferido esta versión pues se corresponde con la elegancia de lo eficaz y, quizá, con el apego más ordenado que le es exigible al traductor. Vemos en estos breves versos la complejidad de una escena, cae la noche, el tiempo ha pasado y con él lo vivido, al cierre, la soledad aparece con fría presencia. Al decir "yo", Safo introduce una dimensión necesaria a ese Yo que habla: el deseo (Escalante, 2021), la capacidad desiderativa se introduce en cualquier escenario donde el Yo, como instancia o como realización del sí-mismo, toma relevancia, Safo instrumenta esta realización, hay un Yo que obtiene o no lo que desea y que de ello sufre o goza, se complace o se lamenta.
         He aquí otra mujer, si Penélope es el modelo inamovible de la virtud referida a un otro, varón, Safo alcanza la virtud por sus propios medios, no necesita ser compañera para alcanzar las escalas más sublimes del pensamiento y de la creación, su valor radica no en su función de esposa o de madre, sino en la calidad de lo que su creatividad invoca.
 
Conclusiones
Si bien el modelo paradigmático de la mujer estaba establecida por hombres y difundida por el uso pedagógico de la poesía épica, este modelo no necesariamente era un corsé al que todas las mujeres quisieran o pudieran ceñirse. Me parece que en todo caso, la historia de Penélope retrata una idea, un modelo, como bien lo pueden ser los santos, pero en la vida cotidiana son las Safos, las mujeres que responden desde sí al mundo, a la realidad y a la vida las que constituyen el modelo ontológico de base, no uso las palabras de manera arbitraria: un modelo jamás podrá superar la experiencia del ser y sus manifestaciones, es siempre en la vida donde el ente humano teje su posición y su aproximación al desarrollo, a la virtud y a su propio valor. A la manera de Freud: amar y trabajar.
 
 
 
Referencias
Homero (2019), Odisea, Ed. Gredos.
Zaid, G. (2008). Un poema de Safo. Letras Libres, (78).
Escalante, S. (2021). El yo deseante en Safo. AUTORÍA PROPIA. México.
García, M. (2021). La mujer en Homero. AUTORÍA PROPIA. México.

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