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FILOSOFÍA

Reflexionar sobre filosofía es invariablemente el camino a la reflexión sobre nuestras vidas.

PUNTOS DE ENCUENTRO: PLATÓN, ARISTÓTELES Y FREUD

3/13/2016

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POR: 
MARTHA A. MARTÍNEZ PULGARÍN
MARTÍN DE JESÚS BACIO ÁLVAREZ
V. H. TORO SALAZAR

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Platón y Aristóteles, en "La escuela de Atenas" (Fresco de Rafael)
A través de los siglos y de los diferentes modelos de pensamiento los autores más geniales se han influido unos a otros, desde la filosofía clásica en que Aristóteles, alumno de Platón, retomó algunos conceptos de su maestro para transformarlos, contradecirlos o bien, para tomarlos como base para sus propios planteamientos; es así que en éste breve ensayo revisaremos de manera esquemática varios puntos de encuentro entre tres de los pensadores occidentales más importantes en la historia de la humanidad: Platón, Aristóteles y Freud; abordaremos puntos de encuentro que tienen cada uno de estos autores y describiremos las diferencias y coincidencias que tienen en cada uno de estos puntos.

Ahora bien, el primer punto en el que éstos autores tienen un contacto es en el de la estructura del alma, cada uno de ellos habrá de construir un modelo de su entendimiento con respecto al alma humana, considerándose, en términos más actuales, la mente. Es así que en Platón encontramos que el alma es absolutamente incorpórea, espiritual y tiene un destino sobrenatural. Posee siempre la verdad; es el principio de todo movimiento; simple e indivisible; es capaz de una reminiscencia que demuestra su existencia anterior; por participar en la idea de vida, se encuentra investida de una actividad eterna, que excluye la muerte (Mueller, 1960, p. 55). Al mismo tiempo, el alma es esencialmente moral, entonces nadie es malo por voluntad sino por una mala educación o por una mala disposición del cuerpo que el alma tiene que padecer. Platón también justifica la existencia del mal por la influencia de las malas instituciones políticas y la corrupción del medio (Mueller, 1960, pp. 60-61).

Por otro lado, Aristóteles contempla el alma humana como estructurada por la forma, el ente que le da entidad a la materia que es el cuerpo; el alma es pues lo que da entidad al cuerpo, en tanto ente, como forma de la materia (cuerpo) que es potencia. Así, el alma es la esencia de un cuerpo natural y es principio de las todas las facultades. Sólo el hombre posee la facultad discursiva y de intelecto, es decir, es una actividad específica del hombre, entonces el acto moral solo acontece en lo humano y se da cuando se realiza ésta actividad discursiva e intelectual.

Finalmente, para Freud la estructura del alma, “mente”, se apoya en tres partes fundamentales: yo, ello y superyó, (esto último tomando como referencia el segundo modelo freudiano construido a partir de la década de 1920) en la que cada una tiene una función específica. La primera (Yo), es un enlace entre las otras dos y entre lo intrapsíquico y la realidad externa. La segunda (Ello) contiene las cuestiones referentes a deseos y a los impulsos básicos de las personas, su naturaleza es instintual e influida predominantemente por el Principio de Placer; mientras que en la tercera  (Superyó) se encuentra el aparato moral de la persona, la moralidad se estructura a partir de introyectos e identificaciones que se van formando a lo largo de la vida y que encuentra su construcción final al terminar el Complejo de Edipo (Dicaprio, 1989, pp.44-46). No debemos olvidar que además existe otro tipo de estructura operacional que se constituye en tres niveles, a saber: consciente, preconSciente e inconsciente  que a partir de la propuesta de la segunda tópica tendrán más la función descriptiva de la naturaleza de los fenómenos: el contenido es consciente, inconsciente o preconsciente.

Podríamos proponer ciertos aspectos susceptibles de homologación en éstos tres autores, podríamos plantear entre Platón y Aristóteles un vínculo en lo concerniente a ciertas facultades el alma. Platón compara al alma con un carro de dos caballos. El cochero simboliza la razón, uno de los caballos la energía moral y el otro el deseo  (Mueller, 1960, p. 58). Podemos homologar con respecto del alma de Platón la facultad sensitiva (Aristóteles), que se traduce en hambre y en deseo (manejada como facultad desiderativa en Aristóteles); así mismo, la parte “discursiva y del intelecto” en Aristóteles corresponde a la razón en Platón, el “cochero”. Y finalmente cuando Platón dice que es el principio de movimiento, Aristóteles habla en el alma de la potencia (facultad) “motora”  (Aristóteles, pp.175-176).
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Ya entrados en Freud, la homologación encuentra también elementos susceptibles de ella: el deseo de Platón, la facultad desiderativa en Aristóteles y el Ello en Freud; los tres conceptos pueden homologarse en tanto que corresponden o comprenden lo mismo respecto a la psique, la naturaleza “deseante”. Tanto en Freud como en Aristóteles, se genera la facultad sensitiva (necesidad de alimento) y luego la desiderativa (el deseo de alimentarse), apegándonos al primer Freud del capítulo VII de “La Interpretación de los sueños” (1900) También podemos homologar el superyó con la razón en Platón porque ambas funcionan como agentes rectoras de la acción humana, aunque a este respecto también podría incluirse al Yo en ésta facultad que media entre fuerzas oponentes como los dos caballo en la metáfora platónica del coche.

No resta mucho por decir, al menos no en este trabajo en el que pretendimos ser austeros y no profundos en las consideraciones expuestas a este respecto, respetando brevedades y atendiendo a puntos de encuentro entre estos tres pensadores. Conviene pues, contemplar que en todo pensamiento las propuestas y posiciones teóricas se encuentran irremediablemente influidas de manera transversal por todos los antecedentes de pensamiento que le han precedido e incluso, como hemos visto, son fácilmente rastreables elementos de desarrollos teóricos antiguos en nociones más actuales, suponiendo así una nueva visión de todo cuanto sea leído; la propuesta es sencilla: leamos concienzudamente a los clásicos como vía regia a la comprensión de los autores más modernos.
 
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
Aristóteles (Trad. 1978), Acerca del alma, Madrid, Gredos, pp. 167-212.

Dicaprio, N. (1989) Teorías de la personalidad, segunda edición, México,  McGraw-Hill. 1996, pp. 44-46; 49-50.

Mueller, F. (1960), Historia de la psicología. De la antigüedad a nuestros días, Fondo de Cultura Económica, México, pp. 55-62.

Rivelis, G. (2009), Freud: una aproximación a la formación profesional y a la práctica docente, primera edición, Buenos Aires, Centro de Publicaciones Educativas y Material didáctico, 2009, p. 77.
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