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FILOSOFÍA

Reflexionar sobre filosofía es invariablemente el camino a la reflexión sobre nuestras vidas.

Una Antropología de la realidad Y un poquito del ser...

6/3/2024

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De: Bobby.
Me gustaría compartir un modelo de cómo concebir a la persona humana que a mí me gusta mucho. Este modelo de concebir a la persona humana tiene justamente la pretensión de permitir realizar un puente -como suele serlo con la antropología filosófica- entre las ciencias y la filosofía. A mi parecer, este es uno de los modelos más acabados.
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La antropología filosófica tiene una historia bastante reciente. Fue fundada por ahí de los años veintes y treintas por Max Scheler en el intento de dar sentido a la vida humana que se encontraba en un vorágine de datos y conocimientos científicos y positivistas que, al darnos mucho conocimiento sobre el ser de las cosas, nos dijo poco de nosotros y por ello empezamos a perdernos y vivir desesperanzadamente.

Más allá de la propuesta particular de Scheler (de la cual no soy un experto), quisiera revisar la propuesta del filósofo español Xavier Zubiri. Como tal, Zubiri no desarrolló una propuesta de antropología filosófica (póstumamente se publicó un libro que recolectaba diferentes escritos suyos que tratan el tema del hombre), pero se puede deducir una propuesta bastante robusta.
Las problemáticas de un exceso cientificismo, y un humanismo decadente son arduamente trabajadas por este filósofo. No desdeña los aportes de la ciencia, ni tampoco los de las humanidades. Antes bien pretende plantearse una postura más fundamental que pueda ser el suelo para que ambas puedan levantarse y mirar a su propio horizonte. 

Zubiri, en breve, critíca a la filosofía por ser muy objetivista. Es un heredero de la tradición vitalista de sus antecesores como Unamuno (sentimiento trágico) y Ortega (raciovitalista), pero que Zubiri asume y adecuamente supera. En primera instancia, Zubiri observa en su epoca un profundo sentimiento de nihilismo. Un nihilismo que permea la vida de todos y de todas. Un nihilismo que, al hacer nido en el corazón del hombre, lo  desposee y uno vive la vida desligado de la realidad.

Con este telon de fondo, Zubiri trabaja arduamente para intentar reconstruir un puente entre lo mejor de las tradiciones de su momento: el nuevo paradigma de realidad (el cuántico, genético y dinámico), la temporalidad del ser hermenéutico/fenomenológico (Husserl, Heidegger), sin olvidar la tradición escolástica sobre la esencia (Escoto, Aquino).
Consciente de la importancia de los desarrollos de la ciencia, Zubiri dedica largos años a la misma (estudiando física con Einstein, Schrödinger y de Broglie, y biología con Goldschmidt, Van Geutchen y Spemman) mientras continuaba ejerciendo su profesorado en la Universidad Complutense, donde pudo ejercer la cátedra de historia de la filosofía hasta retirarse de la misma tras presión de Franco y dedicándose a la vida privada al custodio de un mecenas donde pudo leer y leer y leer a gusto propio hasta más no hartarse. No fue hasta los últimos años de su vida que pública una trilogía sobre la inteligencia recaudando sus grandes conocimientos y proponiendo una alternativa interpretativa de lo que la inteligencia es en el hombre.

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Así, con un breve recorrido histórico de la vida de Zubiri, se puede hablar de la relevancia de su pensamiento. Zubiri encuentra que el gran problema de la filosofía ha sido no haber dedicado suficiente atención al sentir en el acto intelectivo. Resolviendo esto, propone la inteligencia sentiente como su alternativa reuniendo los dos actos del sentir e inteligir en uno solo con dos momentos. Ahora, lo súper cool de su pensamiento es que desde esta recomprensión de la inteligencia en inteligencia sentiente, las cosas directamente sentidas en la aprehensión se perfilan como realidades o algo que en la misma aprehensión se sabe que es de suyo (antes de haber dicho algo sobre ellas o haberlas conceptuado), y dentro del cuerpo de uno comienza un proceso de asimilación intelectiva de la cosa sentida en la aprehensión para poder comprenderla entre las otras cosas sentidas. Este es un proceso unitario y total que, sin salirse de sí mismo, pasa por el proceso interno de distanciarse de la sensación para comprender la cosa sentida intelectivamente (con las otras cosas sentidas y asimiladas desde el cuerpo de uno). Reduciendo su realidad sentientemente inteligente (la manzana física), a una irrealidad intelectivamente sentiente (la manzana concepto). La unidad intrínseca de la inteligencia y la realidad constituye la actualidad. Mi actualidad es ver y ver una manzana que está presente ante mi, una manzana que actualizo como roja (para un ciego, esta actulización no puede ser roja dado que no puede aprehender formalmente el rojo).

Este proceso de la inteligencia tiene dos momentos. Una primer momento que se llama aprehensión primordial que es poderosa y prelógica (aprehensión primordial), y un segundo momento del logos/razón que sucede al ponerse la memoria de la cosa entre otras cosas sentidas, reduciendo su realidad (en precepto, ficto o concepto) (logos) para predecir su realidad profunda y ponerse en prueba experiencialmente en el mundo a través de la razón sentiente (razón).

Ahora bien, para Zubiri la persona no se agota en la inteligencia ni mucho menos. Una de las genialidades de su propuesta es la amplitud y profundidad que tiene. La inteligencia es un momento del accionar humano. En primera instancia el animal de realidades (un apodo que Zubiri mismo le atribuye al humano para diferenciarlo del animal meramente estimúlico) aprehende un estímulo que, por la misma complejidad de la estructura humana (que claramente nos diferencia del resto de los animales) el estímulo en vez de activar una respuesta propia pero determinada en el accionar animal (pensemos en los perritos de Pavlov), el humano aprehende algunos estímulos como siendo propios, que tengan una propiedad más allá de uno mismo (por ejemplo, yo aprehendo esta mesa y sé que esta mesa no soy yo, pero que en la aprehensión inmediata, esta realidad está en mi como siendo de suyo algo que no se agota en mí). 

En el animal (tanto el normal como el humano) pasa por un proceso que Zubiri define como suscitación, modificación tónica y respuesta. El animal es suscitado por algo que dentro del mismo está más allá de él (hay un contacto físico con algo estimúlico o real), sucede un proceso de afección en la cual el animal percibe esa cosa como positiva o negativa para su cuerpo, y responde de cierta manera. Esta descripción un tanto más biológica del proceso puede equipararse con una descripción formal de este mismo proceso: una suscitación en la aprehensión de la inteligencia sentiente, una modificación tónica del sentimiento afectante, y una respuesta de la voluntad tendente (se comprende que está atañe al animal humano).

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Viéndolo así parece no ser la gran cosa. Digo, parecería ser algo intuitivo (quizá no tanto que haya un momento propio y diferenciado del sentimiento a la voluntad), pero lo genial es una diferencia que Zubiri establece en la construcción del conocimiento y por lo tanto de la afección de la cosa en la persona humana. Para Zubiri, la aprehensión sentiente e inmediata de algo que es de suyo constituye una formalidad: una formalidad de realidad; la realidad es aprehendida impresivamente como una formalidad.

Esta formalidad de realidad, al ser de suyo una formalidad que siempre es más y por ende lo más completo que hay de la cosa en la aprehensión (no más allá de la aprehensión: como cuando estás oliendo una rosa, en el momento inmediato de olerla la rosa cobra todas sus notas físicas con especial potencia, pero al alejarse uno de ella otras notas permanecen afectando con mayor o menor fuerza), permite el traspaso de la realidad inmediata en irrealidad recordada corporalmente. Lo que permanece y se va construyendo en el humano es el contenido. Las teorías científicas, las exegesis literarias, la danza corporal son todos modos de expresar y comunicar experiencias de realidad. Unas serán más efectivas que otras, pero, la efectividad para uno no implica efectividad para todos y de la misma manera. (Antes de cerrar este tema, quisiera agregar que el contenido siempre es cultural, el contenido siempre es enraizado en una situación y en una comunidad humana con ciertos rasgos reales y juntos van construyendo creativamente el contenido o explicación de las cosas que se encuentran a su alrededor.)

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Esto se ve particularmente fuerte si consideramos que para el humano la inteligencia, aunque muy importante y central en la vida de uno, no lo es todo. La acompañan el sentimiento y la voluntad. Y no el sentimiento y la voluntad etéreas, sino el sentimiento afectante y la voluntad tendente. Estructuras enraizadas en un cuerpo excitado y sufriente. Un cuerpo que valoriza una experiencia a partir de como le afecta algo, y que por ende tiene una respuesta determinada ante este suceso.

Si se continua lo antes expuesto, sobre el constructivismo en la inteligencia, se podrá notar fácilmente como se traslada a las otras dos estructuras. En el sentimiento afectante, habiendo una realidad que es aprehendida, el cuerpo se modifica tónicamente, parte de la modificación corporal será reactiva y fuera del control voluntario de la persona, pero parte es voluntaria. Ante todo, lo que hay es una realidad (misma la cual aprehende la inteligencia) aprehendida sentimentalmente. Esta afección que permanece en el cuerpo, y la subsiguiente capacidad para poder resolver y hacerse cargo de la realidad que se le presenta a uno a través de la voluntad tendente, va perfilando una manera de valorar la cosa. Una manera de adjuficarle una estimación.

El valor no es enteramente subjetivo o enteramente objetivo. El valor vendría siendo una construcción que parte de una realidad más o menos buena o mala para uno, la cosa se actualiza como buena o mala, como bella o fea. Por cuanto más intente una persona homosexual sentir atracción por una persona con las características que no desea, no las sentirá (y esto no es decir que la persona no las tenga para otras, simplemente no las tiene para esta).

En el valor, la cosa se presenta de suyo de cierta manera propia. Ahora bien, no todo es la estimación de la belleza de una u otra persona. A veces hay una estimación de una realidad que antes de ese momento permanecía oculta. Ante esto, la propuesta de lo que la cosa es es genial. Afirma que la cosa es una sustantividad que se actualiza de cierta manera en la persona humana, y esta cosa se presenta con ciertas "propiedades" o más bien notas que permanecen como lo notado o noto en el humano. Así, por ejemplo, para el cristiano estar ante la presencia de una hostia pueden tener una afección de cierta manera que para un no cristiano no la tendrá. La hostia se le actualiza para el cristiano con toda una serie de notas simbólicas construidas  culturalmente (contenido que es contruido desde una situación determinada que, al poseer sus notas reales, se comparte analógicamente con otra persona: por ejemplo, el caso del amor, un amigo quizá ve a otro enamorarse de una persona que le parece abominable pero mira a su amigo simpáticamente y le dice "no entiendo porque te gusta esta persona (no vive la misma experiencia de estimarla atractiva), pero la comprendo (reconoce que hay una realidad que posibilita aquella atracción y enamoramiento)".

El valor, no obstante, no permanece como fue construido así y de una vez por todas. No. La realidad, si se sigue el pensamiento de Zubiri (gran conocedor de la ciencia), no sólo es dinámica por su contenido (piensese en la historia y la construcción del conocimiento científico) sino también por su formalidad: de suyo la realidad es dinámica. La realidad es cambiante. La realidad deviene. Por igual, nosotros corporalmente estamos devieniendo. Somos una realidad física que se encuentra en un dinamismo respectivo a otras realidades. Nuestro dinamismo lo constituye la temporalidad. Somos cuerpos reales y tempóreos. 

El proceso de cada uno es propio y, aunque el proceso de asimilar puede ser acelerado por un entorno no nocivo y antes bien amoroso, el individuo debe ser aquel que debe llegar a decidir libremente si quiere asimilar y hacerse cargo de la realidad que se le presenta. De ser voluntarioso y agarrar fijamente el toro por los cuernos o soltar delicadamente el petalo, por decir.

La voluntad es tendente. Se encuentra enraizada en un cuerpo. En un cuerpo que posee una estructura fisica determinada que se haya en contacto físico con otras realidades que afectan al cuerpo de manera positiva o negativa, el proceso interno de uno marca la respuesta que finalmente dará para con la cosa. Una respuesta que determina en marcha. Una respuesta física que constituye el carácter de la ética. ¿Cómo entender lo físico en esta construcción de contenido? Que uno puede construir una valoración y dar una respuesta contradictoria (un sentimiento de irrealización), como construir un valor y dar una respuesta determinada que sea contraria a la que otro tiene (sin notar como le afecta al otro), o de una nota que aún está por descubrirse con un diferente sistema de referencia que la posibilite. ¿Quién hubiera pensado hace siglos que se podría desarrollar una noción del "género" como se entiende hoy en día desde las ciencias sociales y filosofía? Hay cambios de paradigmas al compartir tradentemente maneras de experienciar la realidad. Maneras de abordar y cuidar la realidad que nos circunda y constituye. Maneras de ser más sensibles con lo que somos.

Quizá este movimiento ético requiera salir a las calles a protestar, quizá este movimiento ético requiera ponerse a pensar sobre algún aspecto de la realidad que esta oculto hasta ser hallado, quizá este movimiento ético sea conservar alguna tradición esencial a nuestra humanidad, quizá este movimiento ético sea desarrollar una obra de arte que nos cuestione y obligue a poner en prueba nuestras valorizaciones de la vida... La ética posibilita transformaciones insospechas de la realidad.

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El cuerpo humano es algo complejo. Es una estructura psicorgánica que se haya situada en un medio (antes que un contexto) conjunto a otras realidades humanas. Realidades humanas que comparten estructura al estár constituidas por una dimensión individual, social e histórica. Dimensiones que reafirman esta conexión moral estructural (unos la han llamado protomoral), esta estructura histórica que integra la marcha de las comunidades y civilizaciones y la humanidad entera como un todo que está en creativa y variadamente resolviendo los problemas que se le presentan, una y otra vez. Comprendiendo mejor y mejor la realidad que se le afronta. Y este proceso jamás se acaba: experimenta y postula, y para comprender mejor algo que había experimentado, debe postular de nuevo en un proceso cíclico que nunca termina.

El cuerpo humano constituye una realidad que al aprehenderse a sí misma y a las diversas realidades a su alrededor y al pasar por su proceso intelectivo de construir la realidad de las cosas, haya que él mismo es una realidad experimentándose a sí misma. Una realidad con carácteres precisos. Una realidad que se experimenta como un me, mi y yo: "me siento emocionado", "mi mano no para de temblar", "yo estoy feliz". Cada una de esas descripciones se corresponde a un momento de la experiencia física del sentirse a uno mismo. El me se corresponde a algo que está afuera de nuestro control, algo que nos es impuesto; el mi se corresponde a algo que es de carácter transitorio o cambiante, mi panza chelera puede crecer o disminuir; y mi yo constituye el estrato más profundo de mi ser, mi realidad más plena, mi realidad que es suya y que, por lo tanto, es libre. El humano es una realidad que, a diferencia de la realidad meramente animal (que es cerrada), la suya es abierta. Es decir, el animal no tiene libertad (aunque sí tiene autoconiencia) dado que no tiene la capacidad estructural de aprehender las cosas físicas como de suyo, como realidades (el humano tiene una auto-autoconciencia). Esto no es decir que los animales son polarmente opuestos, a mi parecer, el animal se haya en una escala más o menos autoposeída, con mayor o menor capacidad de aprehender estímulos como siendo propios (piensese en el pulpo, que ha mostrado comportamientos de juego, que demuestran un comportamiento que se va más allá de un mero mecanicismo para sobrevivir y juega, y crea libremente las condiciones de convivencia con lo que está a su alrededor).

La realidad humana se va realizando en su vida a la vez como un agente, autor y actor. Es un agente porque decide libremente unas acciones por realizar, es autor porque escribe mediante el logos una narrativa estimada de su vida y es un actor porque, al hallarse con una realidad que se le impone (como un cuerpo determinado con, muy a propos, depresión o ansiedad o, más ligeramentem mide tanto o tiene tal color de piel o de ojos) que lo obliga a actuar un papel que ya le fue entregado quiéralo o no.

La realidad humana, propiamente hablando, puede hablarse en dos estratos: aquella parte profunda que es lo más real de nosotros, nuestra personeidad, y nuestra marcha dinámica y temporal que va constituyendo nuestra personalidad. Una persona siempre tiene su estructura real de personeidad, pero, sin embargo, su personalidad va transcurriendo y cambiando (una misma persona no fue igual de niño, ni de jóven, o de viejo). No obstante, la persona (que integra la personeidad y la personalidad) siempre va en camino de autoposesión y de reasunción: uno jamás para de crecer por más que se caiga, todo suma, uno siempre tiene la posibilidad de arrepentirse y cambiar de rumbo. De esto es lo que se hablaba cuándo se dice qe la realidad humana es abierta...

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La propuesta de Zubiri es larga y se extiende sobre muchos más temas que los aquí tratados rápidamente. Habla sobre una propuesta de Dios (realidad fundamento) que prioriza la experiencia por encima de un conflicto verbal, posibilitando, si se me permite extrapolar, una manera de concebir a Dios que va más allá de lo que puede decirse del mismo, priorizando la convivencia real y amorosa; habla sobre una propuesta que integra la ciencia con las humanidades; habla sobre una propuesta que posibilita una diferente manera de comprender la política y la ética a través de la realización de valores; una propuesta interesante sobre la manera de comprender a las realidades vivientes (como una marcha dinámica de realidades hasta llegar a la autoposesión de sí mismas: por ello son realidades cerradas cíclicamente); habla sobre una propuesta que, si se sigue el hilo de su argumento más allá de lo que directamente escribió, puede fundamentar mucha de la propuesta queer (algo cercano al corazón del autor); habla sobre una propuesta que es integrable con el reto nihilista de Nietzsche y que, no solo lo integra, sino lo supera; habla sobre una propuesta que reivindica el papel de la imaginación, la creatividad y la poesía en todo acto intelectivo humano (ya que para todo acto de la construcción del contenido, se requiere la creación libre); y, por último para ya terminar este escrito y me pueda ir a dormir (sabiendo que aún queda muchísimo más por decir y explorar en su propuesta), una propuesta que reivindica la libertad humana como lo más constitutivo a su realidad dinámica, la libertad es aquella que permite la creación de nuevas realidades y nuevas maneras de comprendernos con la realidad, la libertad es aquella que jamás nos cierra ante lo otro, la libertad es vida, es creación y es Dios experienciandose y conociéndose a sí mismo en forma humana como aquél fundamento que da de sí eternamente.
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