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LITERATURA

Un espacio donde compartir reflexiones y sugerencias sobre literatura actual y clásica.

Antón Chéjov: 'El jardín de los cerezos'.

5/1/2016

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POR: V. H. TORO
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 Burguesía, simplicidad, cotidianeidad, son tal solo algunas de las cosas que caracterizan la más célebre obra de teatro escrita por Chéjov, “El jardín de los cerezos”, escrita en 1903 un año antes de morir , la obra retrata las desdichas económicas de una familia de buena ascendencia que habrá de someterse al duro tránsito de vender, en subasta, la tan apreciada propiedad que abarca una casa y el propio jardín de cerezos. Los diálogos de los personajes no se caracterizan por la intensidad padeciente que aparece en los otros grandes autores del realismo ruso del siglo XIX y principios del siglo XX, Tolstoi y Dostoyevski, los diálogos van transcurriendo en la simplicidad característica de la burguesía aristocrática agonizante de finales del 1800 (por las reformas instauradas en 1861 por el zar en relación a la esclavitud, entre otras muchas razones), incluso, podría decirse que uno pocas veces puede percibir el acontecimiento de “grandes cosas”, lo acontecido opera en un segundo nivel, en un nivel emocional que no puede ser otro que el lugar personal del personaje;  leer de los amoríos de la servidumbre, las intenciones de alianzas matrimoniales entre familias para compensar las desdichas económicas, los recuerdos de los muebles finos y sus antigüedades, así como el afanoso y anciano mayordomo que cuida con soberano cariño y dedicación a sus amos. Todo esto no es más que una manifestación tangible de la superficialidad de la burguesía aristocrática cuyos sufrimientos tienen lugar en el orden del estatus, sufrimientos ajenos a la "auténtica" miseria del hombre: la pobreza, la desazón, la desesperanza; hablamos del tipo de miseria que conocemos y que se encuentra en otros autores, una miseria con un olor característico: “la miseria tiene olor”, diría la maestra y estudiosa de la Biblia y teología, Teresa Ulloa.

Nos encontramos lejanos a los extraordinarios escenarios que nos propone Tolstoi en “La sonata de Kreutzer” o Dostoyevski en “Los hermanos Karamázov”, aquellos relatos que nos hacen erizar la piel y que enturbian y aceleran el torrente de sangre en nuestras venas. Chéjov no plantea éste tipo de condiciones tan padecientes y sensibles de entrada. En “El jardín de los cerezos”, por el contrario, las platicas, como he dicho, son superfluas, aburridas si se quiere, y se enfrenta el lector ante la expectación inapelable en la que la aparente inactividad va reinando de manera coyuntural en la vida de los personajes, cuyos problemas no encuentran solución en los personajes quienes podrían pasar por timoratos o tibios.

Sin embargo, tuvo que pasar un tiempo para darme cuenta que lo que en apariencia era un tranquilo jardín de cerezos no era más que el despliegue de una serie de sentimientos y acontecimientos fuertemente emocionantes. Si en apariencia el jardín parece tranquilo, una vez internándose y dejándose abrazar por él, el fuego infernal del acontecimiento doliente va ingresando a la lectura y, más específicamente, al corazón del lector.

Lo que Chéjov nos narra es emocionante a un nivel no tangible y observable, lo que acontece, acontece en el alma de cada uno de los personajes, la sincera melancolía por lo que pudo llegar a ser y no fue, el insostenible camino de riqueza al que se está renunciando, la vida que se ha ido en servirle a los amos, la vejez que nos ha alcanzado en el olvido de nuestros amigos y conocidos…

No. No es aburrido ni es "nada" lo que ocurre en “El jardín de los cerezos”, por el contrario el fuego permanente de los sentimientos y de las emociones, del estatus que está por cambiar, de la renuncia y del dolor, la enfermedad y la muerte, atraviesa a cada uno de los personajes, pero lo hace a un nivel, al nivel de lo interno, al nivel espiritual del alma, al nivel del silencio burgués aristocrático, que está agonizando y que habrá de callar de manera definitiva en unos años…

Escrita en 1903 y puesta en escena por vez primera en 17 de enero de 1904, la obra es considerada la más famosa escrita por Antón Chéjov, sin duda una joya de la literatura y el teatro que habrá de sobrevivir a los siglos. Su autor, habría de morir víctima de la gravedad intensa de su tuberculosis el 15 de julio de ése mismo año. El legado cultural de Chéjov requiere ponerle corazón a la lectura, requiere sumergirse en ella y dejarse ahogar en el mar emocional que están padeciendo sus personajes, lo que se requiere es, por lo tanto, empatía…
 
REFERENICAS BIBLIOGRÁFICAS:
Chéjov, Antón. (2010), “El jardín de los cerezos. El oso. La boda”. Ed. Losada.

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