POR: V. H. TORO CORRECTOR DE ESTILO: GUADALUPE VÁZQUEZ Hemos decidido dedicar al padre de psicoanálisis esta breve biografía a propósito del aniversario de natalicio, no hacerlo sería, sin dudar, un gravísimo error, en tanto que él es el origen primero de todo desarrollo psicoanalítico posterior. Sin embargo, cabe hacer la aclaración que este escrito no pretende ser una gran biografía, ni siquiera podría decirse que se trata de un asomo medianamente profundo a la vida de Freud, tan solo tiene por intención el desarrollar y describir una serie de eventos importantes en la vida del fundador del psicoanálisis, de modo tal que el lector tenga una idea algo aproximada de la vida de éste ilustre personaje. Por otro lado para realizar una investigación adecuada y profunda, les sugerimos las biografías “Freud en su tiempo y en el nuestro” de Elizabeth Roudinesco, así como “Freud: una vida de nuestro tiempo” de Peter Gay. Habiendo hecho las aclaraciones pertinentes no queda más que entrar en materia. Sigmund Freud, nació el 6 de mayo de 1856 en Freiberg (Moravia), lo que actualmente es parte de Checoslovaquia. De origen judío, el joven Sigmund será desde un inicio en su formación académica un estudiante sobresaliente. Pronto, al desarrollar la habilidad lectora, se interesará por cierta clase de literatura, sobre todo los escritos bíblicos que marcarán una indeleble influencia a lo largo de su vida; al tiempo que la teoría de Darwin, teoría que por aquel entonces era la teoría de “moda”, también dejará una fuerte impresión en Freud; impresión que, años después, puede contemplarse nítidamente en sus posteriores elucidaciones psicoanalíticas en relación con la sexualidad infantil y el desarrollo psíquico. Siempre combatiente con las nociones raciales establecidas que suponían un lugar “inferior” para las razas no arias, judaicas en éste caso, el joven Sigmund se inscribió a la Facultad de Medicina a la que comenzó a asistir en 1873, con incomparables maestros como Ernst Brücke, con quien desarrollará investigaciones del orden la neurología de 1876 a 1882, su poca aplicación por las materias científicas de la época y las investigaciones que le suponían y reclamaban gran cantidad de tiempo, retrasaron a Freud en la consecución de su título universitario, que obtuvo hasta 1881 (8 años luego de ingresar a la facultad). Al poco tiempo fue adscrito como interno en el Hospital General, donde pasaría ratos importantes con Meynert quien ejercería una influencia importante en él, hasta cierta medida. Algunos años después y por intervención del profesor Brücke, Freud consiguió financiación para realizar estudios en el extranjero, viajando en otoño de 1885 a París; en Salpetiére, Freud conoció a Charcot, ofreciéndose a traducir al alemán sus “Nuevas conferencias” y con quien fraguará buenas relaciones personales desde entonces. De esta experiencia con Charcot, indudablemente lo que más llamó su atención fueron las consideraciones charcotianas sobre la histeria, tema que en lo sucesivo habrá de ocupar gran parte de sus esfuerzos intelectuales. Un año después, en 1886, se establecerá como médico en Viena, y se casará con quien era su novia y prometida: Martha Bernays. Sus experiencias aprendidas y observadas en la clínica que dirigía Charcot fueron fuertemente desvalorizadas por la comunidad médica vienesa de la época, solo Meynert actúo con cierta precaución y lo instó a buscar casos y condiciones clínicas similares a las que había descubierto y observado en París. Debido a ciertas condiciones familiares, de carácter económico mayoritariamente por el nacimiento sucesivo de sus hijos, Freud dedicó su tiempo más a cuestiones de trabajo común que a investigación, razón por la que el periodo de 1886 a 1891 se considera el menos fértil de su vida, en cuanto a investigación y escritura; y aún así, en éste último año, viajará a Nancy a fin de perfeccionar su práctica hipnótica que no le traerá grandes resultados (no era un gran hipnotista), pero sí le abrirá ampliamente la perspectiva en lo que a los trastornos mentales se refería. Pocos años después entre 1891-1895, trabajará son Josef Breuer, a quien conoció en el laboratorio del profesor Brück, casi una década antes; y con quien escribirá en 1893 un artículo titulado “Sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos” y, en 1895, un libro en co-autoría: “Estudios sobre la histeria”. Sería éste el inicio incipiente de lo que posteriormente se denominará psicoanálisis. Al paso veloz de su escritura habrá de escribir en 1899 “La interpretación de los sueños”, publicada finalmente en 1900, al inicio del siglo, casi a manera de premonición y bienvenida al siglo venidero. Con esto, abre el campo de comprensión de la mente humana, para posicionar en el epicentro mismo de sus elucidaciones lo que será su mayor descubrimiento: el inconsciente. Diferenciado éste último de las formas de inconsciente previas de carácter filosófico y hasta religioso o cotidiano. Sus trabajos pronto irán ganando terreno en la comunidad psiquiátrica y su concepto de psiconeurosis de defensa, introducirá todo un cuerpo teórico y clínico propio, que tomará a la sexualidad infantil como momento etiológico demostrable en la formación de las psiconeurosis; desarrollará en 1905 su célebre libro “Tres ensayos sobre teoría sexual”, incorporando a las nociones anteriores una teoría del desarrollo psíquico en etapas “psicosexuales”. Quedarán atrás las nociones primerísimas de “trauma sexual”, para ser sustituidas por la noción de “fantasía”, cuyo principal aporte es rechazar las aparentes vivencias “históricas” de abuso sexual que relataban las pacientes histéricas, considerándolas meramente fantasías de seducción. Hacia 1906, conocerá a C. G. Jung, en quien encontrará un colaborador capaz de hacer que el psicoanálisis no fuera supeditado como una “ciencia judía”. Por las opiniones diferentes de Jung y su carácter indomable a la figura patriarcal de un Freud, que reclamaba para sí cualquier movimiento político y teórico dentro del psicoanálisis, Jung terminará sus relaciones con Freud entre 1911 y 1913, fechas en las que Adler también promoverá su emancipación del movimiento psicoanalítico oficial. Los años de 1913-1929, fueron años de gran producción en Freud, el campo del psicoanálisis era cada vez más aceptado y se iban incorporando personalidades geniales al movimiento, desde Abraham, hasta Melanie Klein, y otros tantos que pasaron a formar las figuras más representativas del nuevo método. Es importante referir la aparición de su cáncer de mandíbula, que ya para 1923 arriesgaba con acabar con su vida. Siete años después de su intervención quirúrgica, cada vez más impedido para hablar decidió darle a su hija Anna el lugar de su “apoderada”, siendo ésta quien, en lo sucesivo, leerá en nombre de su padre las conferencias escritas y quien, incluso, habrá de recibir en 1930 el premio Goethe en su nombre. Los años 30’s fueron años poderosos y traumáticos en la familia Freud, con el ascenso del nacionalsocialismo al poder en 1933, las condiciones para los judíos se volvieron insostenibles y luego de una trágica experiencia en la que una de sus hijas sería secuestrada por la GESTAPO, Freud tomó la decisión definitiva de abandonar Alemania para emigrar a Londres en 1938, donde habría de residir hasta su muerte acaecida en medio de insoportables dolores, producto del cáncer de paladar que se extendía rápidamente, el 23 de septiembre de 1939; dando fin así a una vida de orgullosa productividad teórica, legando honradamente una visión del hombre y la mente que perdura hasta nuestros días y que sin duda, constituyó una apertura definitiva de compasión y humanidad en los tratamientos psiquiátricos. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS: Freud, Sigmund. (1924), “Autobiografía”: Obras Completas, Tomo III, Ed. Siglo XXI: Madrid, España.
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Mayo 2016
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