POR: V. H. TORO De carácter afable, sincero y tranquilo, Joyce McDougall es al día de hoy uno de los referentes más importantes del psicoanálisis contemporáneo. Nacida el 26 de abril de 1920 en Nueva Zelanda, hija de un comerciante neozelandés (Harold Carrington) y de una mujer de ascendencia inglesa, que habrá de dedicarse al hogar (Lillian Blacker). Los primeros años de su vida transcurrieron en medio del colonialismo británico imperante aún en éstas zonas de Oceanía; un desarrollo de niñez y juventud estimulada o marcada por las artes, específicamente las artes escénicas (siguiendo a su abuelo, profesor de arte y teatro), interés que conservará durante toda su juventud en la Universidad de Otago, donde realiza sus estudios de psicología y donde conoce a su primer esposo Jimmy McDougall (de quien conservará su apellido). Se casará con él en 1941 y procrearán dos hijos. Ya para 1950 el matrimonio se traslada a Inglaterra, motivados por las intenciones de Joyce de realizar su formación en psicoanálisis al lado de los grandes referentes de ésa época: Klein, A. Freud, Winnicott, Bion, etc. Quienes realizaban su clínica en éste país Europeo. La joven Joyce inició su análisis didáctico con John Pratt, para posteriormente realizar su formación como analista infantil con Anna Freud. McDougall comentará años después que durante las famosas “Controversias” (entre los grupos kleinianos y annafreudianos) ella se escabullía “secretamente” entre ambos grupos recogiendo, naturalmente, la riqueza de las dos posturas que fomentaron en ella la formación riquísima con la que desarrolló su práctica posteriormente. Sin embargo, a raíz de una necesidad familiar (una oferta de trabajo de su marido en la UNESCO, con sede en París) tuvo que abandonar a la mitad (2 años de los 4 años de duración) su formación como analista de niños, para mudarse a Francia, donde (a recomendación de Anna Freud) es recibida por Marie Bonaparte, referente del freudismo francés en aquella época, quien la introduce al medio psicoanalítico francés. Realiza su análisis con Michel Renard y su supervisión con Maurice Benass. Realizó su formación entre los años de 1950 y 1954, año en que conoce a Margaret Mahler quien le pide analice a un niño de nueve años con diagnóstico de esquizofrenia, tratamiento que aparecerá bajo el título (título no original) de “Diálogos con Sammy: contribución al estudio de la psicosis infantil”. Realizó supervisiones con Serge Lebovici y vivió de primera mano el cisma del psicoanálisis francés de los últimos años de los cincuenta y principios de los sesenta, referidos a la separación de Jacques Lacan de la escuela psicoanalítica francesa auspiciada por la IPA. A pesar de que continúa en el grupo perteneciente a la IPA, acude con regularidad a los seminarios de Lacan, aunque en sus desarrollos teóricos posteriores recoge pocas consideraciones de éste. Podríamos, incluso, ignorarlo dentro de sus referentes conceptuales principales, para nombrar, por el contrario a Freud, Winnicott y a Piera Auglanier, como sus figuras teóricas más importantes. Respecto a sus desarrollos teóricos el tema al que más se enfocó fue a la sexualidad, concibiendo el término de neosexualidades para identificar a las formas de sexualidad como el travestismo, la homosexualidad, etc. Los cuales serían “defensas mentales contra ansiedades primitivas [del orden psicótico] de la mente.” (Bleichmar; Leiberman, 2013, p. 146) Buscando evitar la desintegración del Yo, así como lidiar con las ansiedades persecutorias y depresivas intensas a partir de las prácticas sexuales aberrantes. De este modo la operación de la mente de recurrir a las neosexualidades (perversiones, en el lenguaje analítico tradicional) sería equivalente a un mecanismo de defensa para sostener el funcionamiento relativamente saludable de la psique. En este último sentido, cualquier persona tendría contenidos o áreas psicóticas y no psicóticas, a los que el sujeto se encuentra expuesto y frente a los cuales debe desarrollar una formación de defensa o elaboración, ya sea más “saludable” (el síntoma neurótico) o menos afortunado (la perversión). Para ella la tripartición neurosis, psicosis y perversión, resulta eminentemente rígida para comprender la totalidad de los desórdenes del sí mismo, desórdenes que inevitablemente tienen contenidos de los tres modelos estructurales. Es por ello que “denomina neosexualidad y sexualidad adictiva a formas de sexualidad perversa, cercanas a la droga y a la toxicomanía, pero que a ciertos sujetos que están al borde de la locura les permiten encontrar el camino de la curación, la creatividad y la realización de sí mismos.” (Roudinesco y Plon, 2011, p. 830) Ya en su libro “Las mil y una caras del Eros” define la perversión en términos de: “relaciones sexuales impuestas por un individuo a otro no consintiente”. Lo cual echa de lado toda consideración fenomenológica para la designación de perversión en un sujeto, quiero decir con esto, que un sujeto “fenomenológicamente” homosexual (sea masculina o femenina su homosexualidad) no tendría, por ésta condición, el diagnóstico de perversión necesariamente. McDougall, en entrevista llega a referir: “No pienso necesariamente que la homosexualidad sea patológica. Existen homosexualidades patológicas como también heterosexualidades patológicas. ¿Por qué insisten en verla como una patología? Probablemente tenga que ver con conflictos para aceptar la propia homosexualidad.” Su evidente apertura y revolución de las consideraciones psicoanalíticas no han dejado de hacerse notar hasta el final de su vida. Otro ejemplo es una declaración dada sobre el sadomasoquismo, donde afirma: “Todo depende de lo que quiera decir con... Veamos, una pareja homosexual que practica juegos sado-masoquistas no tiene por qué ser patológica. Esta es la forma en que ellos deciden disfrutar de su sexo. Y eso está bien. Si en cambio, alguien fuerza su sexualidad en otro, sin consideración por la otra persona, bien, eso sí es patológico. Es decir, considerar a la otra parte no como un compañero sino como un objeto como es el caso del abuso infantil, el secuestro o el exhibicionismo. En estos casos, no interesa lo que la otra persona pueda pensar, eso sí me parece perverso. Sí diría que eso es perversión. Por el contrario, lo que dos personas deseen hacer juntas, se trate de prácticas sadomasoquistas o lo que sea, estaría bien si los hace acceder a una vida sexual y amorosa.” Como se puede apreciar sus aportes a la comprensión psicoanalítica de la sexualidad constituyen un punto oponente a las figuras tradicionales de comprensión que acentuaban, como dicen Norberto Bleichmar y Celia Lieberman en su libro, los aspectos agresivos y hostiles. Su figura de “teatros de la mente” fomenta un distanciamiento del concepto de diagnóstico, apegado al modelo médico, al tiempo que permite entrar o comprender de manera más completa la idea de realidad psíquica, en el sentido de que la mente funciona a partir de “libretos” donde los objetos internos se construyen y ejercen influencia al modo de una obra de teatro, determinados por ésos libretos. Finalmente, cabe advertir que uno podría abarcar páginas enteras a la obra y vida de McDougall, esto solo ha sido un referente breve de su obra y de sus postulados más generales; ella falleció el 24 de agosto de 2011 en Londres a la edad de 91 años, aquejada de una neumonía, dejándonos su brillante legado teórico y clínico. TEXTOS SUGERIDOS DE JOYCE MCDOUGALL: Diálogos con Sammy (1990) Alegato por una cierta anormalidad (1993) Teatros de la mente (1987) Teatros del cuerpo (1991) Las mil y una caras del Eros (1998) REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS: Bleichmar, Norberto; Lieberman, Celia. (2013). “Sobre el psicoanálisis contemporáneo”, Ed. Paidós. Roudinesco, Elizabeth; Plon, Michel. (2011). “Diccionario de psicoanálisis”, Ed. Paidós. Entrevista a Joyce McDougall, Revista: Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXII - Nº 3 – 2000, pp. 719-741. Información rescatada de: http://www.elpsicoanalisis.org.ar/old/numero2/entrevjoycemcdougall2.htm , el 29 de marzo de 2016 Información rescatada de: http://www.indepsi.cl/newsletter/News-24/terapeutas-24.htm , el 29 de marzo de 2016. McDougall, Joyce. (1998), “Las mil y una caras del Eros”, Ed. Paidós.
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Mayo 2016
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