POR: V. H. TORO Si los planteamientos Winnicottianos suponen que la influencia del ambiente es el determinante más importante en la formación y consolidación del sujeto, no podemos dejar de advertir que la tesis que planteó Winnicott bien podría funcionar para entenderlo a él y a su vida. De carácter gentil, reconocido por su amabilidad y don de gentes, Donald Winnicott es al día de hoy considerado uno de los psicoanalistas clínicos más brillantes de todos los tiempos, aunque sus postulados teóricos no trascendieron en la forma de una escuela psicoanalítica como tal, aún hoy, todos los analistas adoptan de él uno que otro concepto importante, ya sea en la comprensión del desarrollo del sujeto o en la comprensión del desarrollo de la clínica. Nacido el 7 de abril de 1896, en seno de una familia adinerada de la Costa Oeste de Inglaterra, Donald creció en un ambiente favorecido por condiciones económicas (su padre sir Frederick Winnicott, un exitoso comerciante y político local) y afectivas: siendo el único varón, mimado por una serie de mujeres que se encontraban a su lado (su madre, su abuela, sus primas, dos hermanas mayores y una institutriz). El ambiente en el que hubo de crecer el pequeño Donald era, efectivamente, bastante favorecedor. A los 13 años fue enviado a Cambridge, a la Leys School, donde rápidamente se apasionó por la biología darwinista; intereses biológicos posteriores lo inclinarían a estudiar medicina. Durante la Primera Guerra Mundial, se desempeñó como cirujano pasante. Para 1923, sus intereses médicos se volcaron a la psiquiatría y al psicoanálisis; al mismo tiempo que era asignado como médico asistente en el Padington Green Children’s Hospital, lugar donde habría de ejercer durante largos años la pediatría y, desde donde pudo realizar sus observaciones de niños pequeños. Ése mismo año, inició su análisis con James Strachey, el cual dudaría alrededor de seis años. Se casó con Alice Taylor, una artista dedicada a la escultura y la cual, habría de ser internada en hospitales psiquiátricos en varias ocasiones. De este matrimonio se separará en 1949, para casarse nuevamente en 1951 con quien sería su última esposa Claire Britton, quien más tarde se convertiría en psicoanalista, adoptando el apellido de su marido, con quien jamás procreó hijos. Cuando Winnicott comienza su formación en la Sociedad Británica de psicoanálisis los conflictos entre los annafreudianos y kleinianos comenzaban a sentirse cada vez más fuertes, para 1930, se intensificaron tanto que supusieron toda una serie de luchas entre las dos posturas psicoanalíticas más importantes hasta ése momento; siendo así, el joven Winnicott se posicionó siempre como un independiente, aunque su admiración estaba mayoritariamente depositada en Melanie Klein, con quien habría de realizar sesiones de control. Hacia 1958, Winnicott desarrollará sus principales ideas sobre el ambiente, ponderando diferencias entre su posición y la de Melanie Klein y el propio Freud; sobre la primera, sostendrá una diferencia radical ponderando el papel del ambiente y no el de la constitución interna, base clínica del psicoanálisis kleiniano; al respecto de Freud, no aceptará la agresividad como un subrogado de la pulsión de muerte. En éste sentido sus planteamientos sobre la génesis psíquica de la psicosis tendrán que ver más bien con fallos en los cuidados y la relación materna que con contenidos psíquicos constitucionalmente internos en la mente del psicótico. Su concepto de “madre suficientemente buena” se desarrollará por completo en 1964, ya con toda la experiencia con los niños desplazados por la guerra y su propia consulta pediátrica, el concepto aludía a una serie de funciones “naturales” que la madre debía ejercer en la relación con su hijo y que aludían a un holding o sostenimiento, que le daban al infante cohesión a su self. De dicha relación efectiva y buena con la madre, el niño desarrollará un verdadero self o, su defecto, un falso self. Comenzó a desarrollar una notable influencia entre 1932 y 1962, periodo en el que dictó sus famosas conferencias radiofónicas dirigidas a la BBC sobre la paternidad. En éste sentido, Winnicott ya era un clínico reconocido a principios de los 50’s y, aunque sus prácticas poco ortodoxas y contrarias a las regulaciones establecidas por la IPA jamás le suscitaron problemas con sus colegas de la Sociedad Británica de Psicoanálisis, si serían éstas prácticas las que no le permitirían desarrollar al unísono de sus teorías una técnica cristalizada que pudiera devenir en una nueva escuela. Finalmente, arrastrando problemas cardiovasculares desde 1948, murió subítamente en 1971. Pontalis, habrá de escribir: “Es posible que no tenga ningún sucesor, nadie que pueda invocarlo como su maestro. Y está muy bien así. Con maestros, el psicoanálisis puede sobrevivir algún tiempo. Sin amo ni maestro tiene la posibilidad de vivir indefinidamente.” REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS: Roudinesco, Elizabeth; Plon, Michel. (2011), "Diccionario de psicoanálisis", Ed. Paidós
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Mayo 2016
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