C I N E
Un Blog donde nuestros colaboradores abordan diversas películas desde un enfoque artístico, filosófico y psicoanalítico aportando visiones originales y puntos de encuentro entre las diferentes disciplinas.
POR: DENISE PAZ Wickedness lies in your moisten lips. Your body moves just like the crack of a whip. Evil Woman – Black Sabbath Seres mitológicos como las sirenas o nereidas han sido ejemplo del oscuro poder de la sensualidad femenina, famosas por haber tentado con sus cantos a Ulises y su tripulación en La Odisea de Homero, en un principio se representaron como híbridos de mujer y ave con que los egipcios simbolizaban a Ba. Posteriormente a partir del siglo IX en Occidente, se metamorfosearon en seres pisciformes que la iglesia convirtió en representantes de la voluptuosidad, cuyos cantos asimiló con el atractivo de las falsas doctrinas. Por nuestros lares la cosmovisión mesoamericana dividió tanto a sus dioses como a las actividades mundanas en pares de opuestos con función complementaria, siendo la vida y la muerte los principales principios en que se dividió lo masculino y lo femenino. Así todo lo femenino se quedó del lado de la muerte: la fetidez, la oscuridad, el agua, todos ellos simbolismos del vientre materno. Lo masculino estuvo imbuido de luz, fuerza, perfume, gloria, aspectos que representan vida pero que anteceden a la muerte, lo que unió así a la muerte con la vida. (López, 2010, p. 29-30) Posteriormente con la religión judeo-cristiana dicho binomio siguió su curso, Adán sucumbió ante los encantos de Eva para pecar, dejando en ella toda la responsabilidad de la expulsión del paraíso; señalándola como la primera pecadora, sus actos se fueron cargando de debilidad e inmoralidad, en ese sentido la mujer se vio más del lado del demonio que de Dios. El demonio era la figura masculina ambivalente confinada a ser el incitador del desenfreno en los hombres y al mismo tiempo el ser punitivo de estos actos. Para ello necesitó de sirvientes y compañeras, características inamovibles de la palabra bruja. Las brujas fueron los seres destinados a corporizar los pecados ominosos de la sexualidad masculina que dan cuenta de los demonios internos que retornan de lo reprimido, a su vez al proyectarlos en ellas sirvieron como defensa ante estos temores. Fue así como las brujas tuvieron una doble función: recurrían a los hechizos, pócimas y encantos para incitar pensamientos o actos impuros y al mismo tiempo, salvaguardaban a los hombres de ser responsables de sus pecados. Visto así, la palabra encanto también tiene una doble perspectiva: se homologaron los elementos esotéricos y mágicos como los hechizos, junto con los aspectos femeninos empleados para conquistar a los hombres (Paniagua; 2003; p.163). Poder y control como aspectos fálicos del personaje que se suman a la vestimenta y la escoba. Las vampiresas del cine bicolor no se quedaron lejos de estos seres fantásticos, Theda Bara (acrónimo de death arab - muerte árabe), Pola Negri y Marlene Dietrich llamadas femme fatale personificaron a la sensualidad destructora engarzadas en atuendos sofisticados y largas boquillas, cuyos encantos solo sirvieron para traer la perdición y el fracaso en los hombres. En el siglo pasado los roles de belleza se manejaban en dos grandes contrastes las mujeres angelicales de belleza virginal y las mujeres demonio de belleza destructora. En México tuvimos dignas representantes: Andrea Palma, Dolores del Rio, Leticia Palma, María Félix y Lilia Prado que junto con las demás damas llamadas “rumberas” fueron la tropicalización del personaje de femme fatale y también las responsables de pervertir a los hombre y dejarlos varados con el corazón roto. Varios relatos fílmicos culminaron en su final trágico peor o igual al hombre seducido, o como mujer redimida por su salvador que en su momento fue su víctima. (Bastarrachea, 2010, p.114) El final triste de las víctimas era lo menos importante en las historias alrededor de ellas, la forma de conquistarlos, la facilidad con que cayeron sus víctimas, la sordidez de sus aventuras y sobre todo el deleite visual con el que colmaron la mirada de los espectadores era suficiente para tener al público pendiente del relato visual. Las mujeres fatales eran bellos monstruos, feroces animales llenos de sensualidad, unión perfecta entre Eros y Thanatos. Estas mujeres eran el deseo engarzado en encantos, haciendo el mismo trabajo que las brujas, cooperando servilmente a los pecados carnales y dominando a los hombres, aspectos que posteriormente serán retomados por diferentes grupos de feministas despistadas. Pero esta belleza maniquea se transformó posteriormente “A partir del segundo tercio del siglo XX: comienza entonces la época de la post-mujer fatal. El cine marca el cambio; en las pantallas aparece la figura nueva de la good-bad girl, la mujer con aspecto de vampiresa pero con corazón tierno, seductora pero no perversa.”[1] La imágenes Pin-Up fueron sus representantes fieles, que encarnadas en Marilyn Monroe, Rita Hayworth, Jane Mansfield, Sofia Loren, Annita Ekberg… sintetizan erotismo y vulnerabilidad (Lipovetsky, 2012, p. 160) Si bien la figura estética femenina ha variado tanto con aspectos frágiles como hogareños, la seducción y el erotismo siguen del lado de la oscuridad, los personajes que recurren a estos elementos tanto en nóvelas como en la mundo fílmico son protagonistas que así como el deseo son insaciables y ominosos. BIBLIOGRAFÍA.
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