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C  I  N  E

Un Blog donde nuestros colaboradores abordan diversas películas desde un enfoque artístico, filosófico y psicoanalítico aportando visiones originales y puntos de encuentro entre las diferentes disciplinas.

"Knock at the cabin" (2023): ¿Quién llama?

2/5/2023

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Por: Hugo Toro
Foto
Este fin de semana tuve la oportunidad de ver la película "Knock at the cabin" (2023), la más reciente película del director M. Nicht Shyamalan, basada en la novela "La cabaña del fin del mundo" de Paul Tremblay. 
Motivado por lo que parecía ser una película para pasar un buen fin de semana en el cine, "palomera", me sorprendí al salir por darme cuenta de lo que en realidad nos está llamando a la puerta. Ahora sí, una nueva normalidad de la que no nos podemos elidir y mucho menos escindir, a condición de que nuestra capacidad mental nos lo permita. 
La película, narra la funesta aventura de una familia homoparental, asediada por cuatro desconocidos que les proponen un sacrificio como única posibilidad de detener lo que se convertirá en el fin del mundo, el apocalipsis narrado en el libro de las Revelaciones. 
Hasta ahí nada novedoso, nada que no pudiéramos encontrar en 2012, Armagedón, El día después de mañana, La niebla (o Supernatural) etc., lo fundamental en esta película es quizá la elegancia de los trazos cinematográficos, no es una película de la que podamos plantear un alto nivel de narrativa, o bien, elevadísimos niveles de técnica en los efectos especiales (que dejan muchísimo que desear), hay componentes que la vuelven valiosa pero definitivamente no es su nivel técnico, salvo algunos elementos que ya no se configuran en la tradición cinematográfica contemporánea del género, por ejemplo, no vemos un derramamiento de sangre excesivo, pueril y grotesco. Lo que sí llama la atención es la pareja homoparental, la película va jugando con nuestro prejuicios todo el tiempo, pareciera que estos "fanáticos religiosos" están ahí para vengar a esa niña que es presa de esos padres homosexuales. Luego, pareciera que están ahí únicamente motivados por un delirio compartido que funciona como motor de toda la trama, pero poco a poco el espectador se va viendo rebasado, convencido al igual que los miembros de la familia de que el delirio (como todo buen delirio) puede ser, en todo caso, real. 
Voy un poco más allá, los homosexuales, ¡no son homosexuales!, ¿cómo?, no son los homosexuales a los que estamos acostumbrados a ver en las películas o en la televisión. Ni si quiera son particularmente juguetones, o "amables", están en el registro de personas, más allá de la orientación que sólo declarada por los hechos, como cabría en una familia heterosexual, uno da cuenta. 
Lo fundamental, me parece, es que heterosexuales, no heterosexuales, pueden identificarse con los miembros de esta familia, con los padres de esta familia, no son lejanos, no existe esta separación a la que estamos comúnmente acostumbrados. En esta película, son una familia más, a la que todos los espectadores estamos llamados a prestarles nuestro auxilio y, no sólo eso, sino también nuestros buenos deseos: queremos que estén bien, no nos ocupa la sexualidad que los embarga, sino las condiciones en las que se encuentran. 
¡Herejía! 
Se ha levantado la película contra una separación que se mantenía hasta hace poco, nosotros y aquellos, se separa para unir. No hay un discurso detrás, no hay una figura discursiva alusiva a la sexualidad mediante, existe una trama, una historia transitada por una familia, pero por una familia homoparental que como en pocas ocasiones se siente como una familia más. No son importantes en términos de su posicionamiento, sino en términos de la historia misma. Es la primera vez que observo cómo un personaje colocado desde ese lugar de la sexualidad no es objeto de un vilipendio, o bien, de una secuencia argumentativa panfletaria en favor de los derechos. Está ahí, en la historia y nada más. Eso es todo. Y ese todo, lo es todo. 
Shyamalan, famoso por financiar su propio cine como me comentó mi querido cineasta Jorge Ruiseñor, logra lo que hasta ahora no había visto en el cine, colocar a la minoría en un plano en el que ya no se experimenta como una minoría, ya no es un "ellos", hay un punto de clivaje que permite que todos abonemos a la historia nuestras propias aspiraciones más allá de esa colocación secundaria en los personajes. A mi gusto, es esa la propuesta fundamental de la película. 
Ahora sí, ¿Quién llama a la puerta?, ¿abriremos?. 

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