Por: Hugo Toro Introducción Recientemente me enfrenté a una nueva realidad de mi práctica docente y de mi práctica como escritor: las inteligencias artificiales habían llegado a tocar la escritura como dirección de sus capacidades. Descubrí que existen diversos programas que tienen la capacidad de escribir ensayos por sus usuarios utilizando IA y por supuesto una conexión a internet. Prácticamente todo el universo de información estaba ahora a disposición de una inmensa mayoría que ya no tendría por qué preocuparse de cómo escribir, alguien o, mejor dicho, algo más lo pensaría por ellos. México es uno de los países con más retrasos educativos, según datos de UNICEF más de 4 millones de alumnos no asisten a la escuela, lo que representa un gran porcentaje de la población potencialmente educativa mexicana. No sólo tenemos un problema de asistencia a la escuela, sino a la calidad de aquello que en la escuela se enseña. Recientemente una ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación fue vilipendiada por descubrirse un supuesto plagio (confirmado por los peritajes realizados por la UNAM) y esa triste y patética noticia destapó la cloaca de los copistas y de los escritores de tesis. Los muchachos de nuestra universidades temen el pensamiento y la escritura, se sienten embargados de angustia cuando son ellos los que tienen que hablar y los que tienen que escribir con su dedo aquello que represente su posición, aquello que tiene para decir y para compartir. No es de extrañar que la realidad del pensamiento sea tan penosa cuando la lectura en ciertos sectores es tan obtusa y limitada. Recientemente en un encuentro de docentes un profesor se paró a decir que el pensamiento crítico sólo estaba presente en jóvenes adultos, pues la maduración cognitiva y emocional de los niños no les permitía realizar la compleja tarea del pensamiento crítico el cual, según dijo, era la manifestación más compleja de pensamiento. Posicionamientos malinformados de este tipo suponen no cualquier cosa, son engorrosos y enojosos pues desencadenan una serie de tautologías operativas que ciernen sobre los niños no un andamiaje de aprendizaje sino de adoctrinamiento. Decir que un niño no tiene pensamiento crítico, no sólo es científicamente incorrecto (de acuerdo a lo que los recientes estudios de la Universidad de Cornell nos ofrecen, aquí una muestra) es como decir que el balbuceo de un bebé no puede ser comunicación también. Por su puesto, el pensamiento crítico en el niño no tiene ni la envergadura, ni la complejidad con la que se da en el adulto pero está ahí: ¿no hacen juicios nuestros niños evaluando el ambiente en el que encuentran?, ¿no pueden identificar nombres y discriminar quién es y no su mamá o su hermano?, ¿no hacen una elección de razonamiento para resolver problemas como abrir un frasco o descubrir cómo se enciende un televisor?, ¿no requiere cada una de estas acciones y muchas otras los componentes básicos del pensamiento crítico?. Insisto, será un pensamiento crítico rudimentario, pero está ahí. ¿En qué contexto se recibe la IA de escritura? ¿Por qué es importante para nuestras reflexiones esta pequeña anécdota con el compañero instalado en la concepción de la mente infantil demerecedora de crédito (propia del siglo XIX)? Lo es, debido a que gracias a estas lecturas la instrumentalización de la enseñanza y de la transmisión y complejización de habilidades no se logra del todo, pues se va aspirando a que "algún día llegará", "algún día tendrá la madurez para", en vez de incentivar desde ya que los procesos esenciales de ese tipo de habilidades se esgriman en el día a día. Preguntamos al niño cuánto es 2 + 2, pero jamás por qué es 4 y no 5. Descubrimientos y deslices: de lo que no se puede leer, mucho mejor es no escribirlo. En este contexto, la utilización de la IA para escribir no sólo es un parteaguas de nuestra labor, sino que también nos confronta con una exigencia cada vez mayor a la hora de evaluar contenidos o de realizar diversas actividades docentes. Siendo este el contexto de la presente reflexión, me esforcé por dar cabida a mi entendimiento de las máquinas de IA que pueden generar los textos de los que venimos hablando hasta ahora. Para tales efectos utilicé dos motores para realizar un ensayo, TAL Y TAL, para ello introduje una serie de contenidos, quería que las máquinas realizaran un ensayo sobre el artículo "La dirección de la cura y los principios de su poder" de Jacques Lacan, introduje una serie de conceptos, dónde quería que el ensayo descansara sus acentos, así como algunos datos más sobre la extensión sobre el número de páginas. Convencido de que le estaba exigiendo lo suficiente al motor de escritura y de que esa exigencia sería el combustible suficiente para darle a la máquina lo que requería para armar el ensayo. Tardó apenas unos segundos que para mí fueron eternidades, por supuesto, temeroso pensé en todos aquellos colegas que habían escrito libros enteros dedicados a postular elementos. Pensé en los ríos de tinta que fueron también ríos de sangre y lo que representó la democratización de la escritura. La máquina paró y frente a mí se encontraban los dos ensayos, uno realizado por TAL y el otro por TAL. Sentí la sobrecogedora paz de quien ve derrumbarse delante de sí a un enemigo imaginario pero potente. Leí los ensayos con calma y me dí cuenta del error fundamental: la máquina no leía, interpretaba conexiones y hacía reescritura. Los ensayos no pasaban de tautológicas declaraciones, obviedades superlativas sembradas con jerga más o menos acorde al tema que se le había encargado a la máquina, pero nada más que eso. Padecía absolutamente de consistencia. En ocasiones hablaba de la interpretación como aquello necesario para entender la conducta humana, luego hablaba que para Lacan la dirección de la cura y los principios de su poder era un concepto que era sumamente importante para el análisis. No pasaba de ser tesis de morenista. La máquina adolecía de algo fundamental: no entendía la primacía del significante. Para la máquina la programación le decía que 1 era "uno", pero que no podía ser una persona que se autoreferenciaba (por ejemplo, "uno que ya creció, ya no se deja engañar tan fácil"). La literalidad de la programación en cuanto a los significados obviaba la naturaleza generativa y aleatoria de la lengua, características constitutivas que son el pan nuestro de cada día cuando nos ocupamos de las características fundamentales del lenguaje. La IA no sabrá qué significa el emoji de la berenjena, a no ser que un buen cristiano se lo haga saber, de otro modo evaluará que es una verdura muy popular en las conversaciones de adolescentes. Lacan nunca se cansó de enunciar que no era un lingüista y que sus alusiones a la lingüística no eran sino aprovechamiento para dar cuenta de la realidad humana que nos embarga y nos habita. Así lo hace saber en la segunda clase de su seminario Encore (1975, p. 20): "Mon dire, que l'inconscient es estructuré comme un langage, n'est pas du champ de la linguistique. C'est une porte ouverte sur ce que vous cerrez commenter dans le texte qui paraitra dans le prochain numéro de mon bien-connu apériodique sous le titre l'Etourdit- d, i, t- (...)" No es algo que se encuentre en el campo de la lingüística, debido a que el decir que el inconsciente se encuentra estructura como un lenguaje, corresponde a la lógica de comprensión según la cual el sujeto está atravesado por ese lenguaje del que no es dueño, sino que le ha sido heredado, dado finalmente por otros que se lo han impuesto, un lenguaje que no controla y del que no puede hacer sino ocupar sus significante, errando no tan descarada o tan terriblemente. Desde aquí que podemos ir viendo de lo que se va tratando, finalmente, la IA podría ser programada para leer dobles sentidos, destacar la interpretación oculta en una frase o el albur en otra, quizá ese tiempo llegue pero incluso ahí el infinito poder de las palabras le será inabarcable pues siempre un significante podrá ser sustituido por otro, siempre un significado o un efecto de sentido se nos escapará y buscaremos ocultarnos detrás de él. La IA en la escritura parece tener como eje operativo la asignación inequívoca de los significados y en ese contexto podrá hablar de lo ya sabido, podrá ser utilizado como hasta ahora para realizar marketing pero nada más allá de eso, algún que otro artículo político, en fin, podrá ser utilizado en todo aquello que ostenta la naturaleza de sus dichos en la pretensión de una verdad absoluta, total, no cuestionable y no cuestionada. Ahí no debe haber dobles sentido, una cosa es una cosa y no puede ser de otra manera, de ahí que su estructura sea esencialmente monstruosa y desatinada. Imperativa y categórica será la literatura que nos espere, al menos la hecha por IA, pero siempre quedará la humana, la que puede retumbar en los ojos para hacernos comparecer al interior de nuestro corazón ante la mirada acusadora de nuestra propia humanidad. Referencias bibliográficas Lacan, Jacques (1975), "Encore", Ed. Du Seuil. París, Francia.
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