Por: Hugo Toro. Hace algunos años, leyendo la biografía escrita por Elisabeth Roudinesco de Jacques Lacan, conocí “L’origine du monde”, la pintura del extraordinario Gustave Courbet. Como todos sus poseedores Lacan la mantuvo oculta, de hecho, pidió al también gran pintor André Masson le hiciera una pintura con el fin de diseñar un marco de doble perspectiva que le permitiera mantener en secreto la presencia del cuadro dentro de su casa veraniega. Antes de Lacan y después de Lacan, todos los poseedores de esta pintura la mantuvieron en secreto, era una posesión culpígena, llena de vergüenza y atravesada por la transversalidad de lo oculto, de la suspicacia y sobre todo de una sensación de delincuencia. Incluso, tras la muerte de Jacques Lacan sus herederos entregaron el cuadro en 1981 al gobierno francés con el fin de pagar impuestos, pero fue hasta 1994 (trece años después) que el gobierno francés se atrevió a exhibirlo en su actual morada el Musée d’Orsay. Pero, ¿Qué es lo que guarda el origen del mundo?, ¿qué es lo que nos moviliza y nos violenta? Potencialmente, el mismo título guarda una respuesta. “El mundo” como concepto, no es más que una concepción antropocéntrica, que guarda sus poderosas consecuencias en la concepción ligada y antecedente de “lo humano”, sólo hay “Mundo” donde acontece lo humano pues lo humano requiere del mundo para sostenerse como sujeto colectivo, y si podemos hablar del origen del mundo hablamos también del origen de lo humano y hasta ahora, ese origen, el origen no de lo humano sino de las criaturas que se adjudican lo humano sigue siendo lo femenino. Todos nos hundimos en el pesado drama de la vida a partir de un acto creativo gestado desde el vientre materno, “el origen del mundo”, el origen del mundo se nos revela aquí, en este acto subversivo que es contestatario de toda la soberbia humana que construye y deconstruye el mundo a conveniencia modal a través de las épocas pero guardando para sí al mundo como si solo fuera un apéndice de lo humano, que existe para existir nosotros, invirtiendo los términos de nuestra pueril existencia dotándonos de un poder que no tenemos, que nos excede y que en todo caso corresponde a Dios. La existencia de esta obra nos invita a reflexionar sobre lo humano en sus acepciones más complejas y en sus engaños más exacerbados, sin embargo, no puede ser esa la repuesta, pues esencialmente la condición personal al contemplar la obra se repite de manera individual, a cada uno de nosotros nos resulta incómoda, molesta, nos invita a desviar la mirada constantemente. Y lejos de argumentar la vieja y tan usada tesis del complejo de castración freudiano para explicar nuestra vergüenza colectiva, debo remitirme a la versión de “L’origine du monde” realizada por el pintor mexicano Juanjo Sainz, en ella no vemos la entrepierna femenina, sino la entrepierna masculina, igual de descarnada, brutal y exhibida, en ella el mismo acto sucede, la evasión de la mirada y la sensación de incomodidad, es de ese mismo hecho concretado en estas dos versiones que nos enfrentamos a algo más trascendental, más allá de toda cuestión: lo Real. Lacan sustenta la idea de lo Real para indicar aquello inaccesible e inestimable en el registro de lo Simbólico, lo traumático y lo corpoReal se erigen y constituyen la afrenta de nuestra mente hacia la angustia y a la ansiedad; potenciales que se encuentran reunidos en estas dos versiones; finalmente, como Lacan llegaría a decir “no hay relación sexual” pues la complementariedad es inaccesible a lo humano ya que ésta se encuentra matizada y cortada por la insospechada presencia del fantasma, he ahí la expresión de nuestra vergüenza ante estas dos pinturas, las piezas de lo traumático de lo corpoReal, de lo Real en el sentido más pleno, su homologación a lo ominoso, lo feo, lo indecible y lo no reconocido, aquello que queda como resto en los confines de la represión inconsciente y que nos transforma potenciando nuestra ceguera histérica ante la presencia de estos elementos. Finalmente, si no desvía la mirada es porque nos es irresistible como irresistible es aquello que tras el velo se esconde más allá del altar, más allá de nuestra “humanidad” (como concepto y como idea), nos confronta con la realidad del (O)rigen del Mundo...
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Julio 2023
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