Por: Hugo Toro Toda vez que el hacer correr la propia palabra nos pone en incertidumbre, nos pone en el campo del equívoco, este decir hace resistencia, genera resistencia. De esto dio cuenta Lacan a lo largo de su enseñanza, pero dejó explícitamente dicho que, incluso en el ámbito de la práctica del decir, el análisis, esto también ocurría. En el Seminario XIV “La logique du fantasme”, señalaba: “No la planteo más que para hacerles percibir que hay una decadencia de la palabra en el interior de la técnica analítica. Quiero decir que allí un artificio técnico somete la palabra a las solas leyes de la consecuencia. No confiamos en nada más, la cosa debe hilarse.” (p. 92) La palabra, el decir, incluso en aquellos que nos dedicamos a su escucha y a su despliegue genera dichas resistencias. Lacan, al mismo tiempo, nunca se cansó de enunciar que no era un lingüista y que sus alusiones a la lingüística no eran sino aprovechamiento para dar cuenta de la realidad humana que nos embarga y nos habita. Así lo hace saber en la segunda clase de su seminario Encore (1975, p. 20): "Mon dire, que l'inconscient es estructuré comme un langage, n'est pas du champ de la linguistique" No es algo que se encuentre en el campo de la lingüística, debido a que decir que el inconsciente se encuentra estructurado como un lenguaje, corresponde a la lógica de comprensión según la cual el sujeto está atravesado por ese lenguaje del que no es dueño, sino que le ha sido heredado, dado finalmente por otros que se lo han impuesto, un lenguaje que no controla y del que no puede hacer sino ocupar sus significantes, errando no tan descarada o tan terriblemente y sólo a condición de una historia que también se encuentra como precediendo su devenir. Desde aquí que podemos ir viendo de lo que se va tratando, hoy día las propuestas contemporáneas, las nuevas formas de organización y lazo social, los avatares tecnológicos como la IA, se corresponden con un nuevo ideal que permite al sujeto desplegar una nueva idealización fundamental, ser prescindible de sí mismo y, a la vez, que el otro también sea prescindible. En el mismo Seminario dedicado a la Lógica del fantasma, Lacan señala sobre la alienación: “La alienación tiene un costado patente, que no es que seamos el otro, o que los otros, como se dice, nos retomen, nos desfigueren o nos deformen. El hecho de la alienación no es que seamos retomados, representados en el otro, sino que, por el contrario, se basa esencialmente en el rechazo del Otro, en la medida en que el Otro es lo que ha venido al sitio de esa interrogación del ser en torno a la cual hoy hago girar el límite y el franqueamiento del cógito. Bueno sería, entonces, que la alienación consistiera en que nos encontráramos a nuestras anchas en el lugar del Otro.” (p.121) Estas a las anchas en el lugar del Otro, es decir, ni siquiera dar cuenta de ese rechazo del Otro, ¿cuál sería ese rechazo?, el rechazo a la subjetividad, a la otredad, a la discordancia, todos a pensar con las IA, todos a mandar las mismas expresiones en emoticones, todos a dejar que sea el celular el que redacte el mensaje; negamos toda subjetividad por ponerle al Otro el lugar que nos quede bien a nuestras anchas y con ello la posibilidad de la exsistencia. Pero todo eso será, más que ningún otro discurso, puro discurso de semblante; el semblante de la égida de una panacea que trae para nosotros el clímax de la capacidad humana, el derroche de la tecnologización que apunta a prescindir de lo humano y de su pensamiento, el mayor lujo de nuestra época, hacer de nosotros mismos sujetos prescindibles. No se me acuse de moralino, pesimista o tradicionalista, naturalmente estoy hablando de la generalidad del uso que la herramienta traerá, no del sujeto individual, sino de la masa que escucha encantada la flauta de delicados trinos que terminará sacándolos del pueblo de su propia subjetividad. La IA en la escritura parece tener como eje operativo la asignación inequívoca de los significados y en ese contexto podrá hablar de lo ya sabido, podrá ser utilizado como hasta ahora para realizar marketing pero nada más allá de eso, algún que otro artículo político, en fin, podrá ser utilizado en todo aquello que ostenta la naturaleza de sus dichos en la pretensión de una verdad absoluta, total, no cuestionable y no cuestionada. Imperativa y categórica será la literatura que nos espere, al menos la hecha por IA, pero siempre quedará la humana, la que puede retumbar en los ojos para hacernos comparecer al interior de nuestro corazón, ante la mirada acusadora de nuestra propia humanidad. Tal como Antonin Artaud descubrió con los indios Tarahumara en la cierra de Chihuahua, el decir tiene sus implicaciones. Reneé Acosta, a quien le debo el conocimiento de esta travesía de Artaud por México y sus intereses en la sierra Tarahumara, explica en su libro “De la crueldad y lo sagrado”, ganador del Premio Bellas artes de Ensayo Literario Malcolm Lowry 2021, lo siguiente en relación a los indios tarahumara: “No existe la palabra escrita, porque la palabra es para pronunciarse. Las letras no son palabra viva. La palabra escrita está muerta (dice el tarahumara), sólo la pronunciación de la palabra es santa y está viva. Sus mitos más sagrados se “cuentan-cantan” de la misma manera desde tiempos prehistóricos. Así la profundidad filosófica, la idiosincracia y la cosmogonía singular de este pueblo latente entre barrancas.” (2022, p. 17) Para el tarahumara el decir es justamente ese discurso que se encuentra un poco más allá del discurso del puro semblante. Tal como Lacan en el seminario XVIII señala: “Contrariamente, es por centrar el efecto de un discurso como imposible, por lo que tendría alguna posibilidad de ser un discurso que no fuera del semblante.” (Lacan, 2021, p. 21) Precisamente lo opuesto a aquello que imaginariamente se le ha asignado a la IA, de cuyos efectos se pretenden los posibles, no los imposibles. Posteriormente habla de un límite que es el límite de lo real y abona para explicar la posibilidad de un discurso que no sería del semblante: “En los límites del discurso, por cuanto este se esfuerza en sostener el semblante mismo, hay de tiempo en tiempo real. Lo llamamos pasaje al acto, y no veo mejor lugar para designar lo que esto quiere decir.” (íbid, p. 32) Se trata pues de un pasar a la representación, de un límite del discurso que apunta a lo real, es un discurso que hace acto, que ya no sería del puro semblante aunque aún así lo toque, ligado con la verdad como apuntando a lo real, a la relación del sujeto con lo real (como diría mi maestro Isidoro Vegh). Es una función performativa del discurso lo que lo vuelve no del puro semblante, de ahí también que Artaud a partir de sus experiencias en la sierra de Chihuhaua diera cuenta de esto en su libro “El teatro y el doble”, sobre todo en aquello que liga del acto teatral y de la crueldad, crueldad porque descarna la palabra para hacerla acto de verdad. En el análisis pinchamos el semblante para provocar un acto de liberación que haga “llover” la cadena de los significantes, me remito a un aforismo lacaniano prototípico: “El inconsciente es un lenguaje que en medio de su decir produce su propio escrito”. Es ahí donde se configura el horizonte para nuestra realización, ¿puede la IA hacer un discurso que no fuera de semblante?, pareciera que no en tanto eso no habla. Ese decir que produce su propio escrito es un acto que pone en el centro el compromiso del sujeto respecto sí mismo. Es el nudo coyuntural que nos demarca la clara diferenciación y la despreocupación que debemos tener con respecto a la IA, si bien es una herramienta poderosa para la investigación, en su extensión puede generar precisamente esa alienación del propio sujeto para sí mismo, es a final de cuentas y como consecuencia una nueva panacea que, como todas, es pura cubierta imaginaria pero de tal espesor que inhibe y se vuelve una vía más para el goce parasitario que se interpone entre el sujeto y su decir, otra vez citando al maestro Vegh. Nos queda ver el futuro de esta tecnología y siempre brindar campo fértil al discurso, que permita al sujeto desplegarse en la generosidad del tiempo no de la inmediatez, pues solo ahí los goces propiciatorios darán cuenta de lo que el sujeto tiene por decir (désir). Aquí, en este cuadro, en este campo de lo “tech” es donde podemos hacer espacio para lo que este año Isidoro desplegó en su seminario: Un Decir Diferencial de la Existencia. Referencias bibliográficas Acosta, Reneé. (2022), “De la crueldad y lo sagrado: viaje épico-mítico de Antonin Artaud en la Tarahumara.”, Ed. Instituto Nacional de Bellas Artes, Ciudad de México. Lacan, Jacques (2023), “La logique du fantasme”, Ed. Du Seuil. París, Francia. Lacan, Jacques (1975), "Encore", Ed. Du Seuil. París, Francia. Lacan, Jacques (2021), “De un discurso que no fuera del semblante”, Ed. Paidós, Ciudad de México.
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Noviembre 2024
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