Por: Hugo Toro Pronunciado: Sábado 17 de julio de 2021, 18:00 hrs., en el Instituto Clínica Psicoanalítica. Me encuentro ante ustedes con desbordada alegría, pues considero que todo cierre guarda, detrás del semblante de la separación la agudeza de un símbolo que permite que hablemos de las implicaciones de los recibido. Estoy pues, entre ustedes para hacer cuestión y abrir el surco sobre eso que han recibido este año como parte de su formación, lo esencial de esta no es la transitoriedad del acto en sí, sino más bien sus consecuencias. Es decir, lo importante es aquello que tomando en sus manos harán con todo lo que aprendieron. No es casual que esta charla se titule “Hacer acto de verdad”, pues con esto quiero dar a entender lo que en el quehacer psicoanalítico embarga nuestra práctica. Nuestra ética. Hacer acto “de verdad” quiere decir, en dos sentidos, dar paso a que la verdad surja, o sea hacer un acto de verdad; y por otro lado, hacer que algo pase, es decir, hacer que el acto sea verdadero. El juego de palabras nos convoca a lidiar con verdades inacabadas, por lo tanto, hoy que es día noble para ustedes, de nuevo por sus implicaciones, es importante que consideren que la verdad toda no puede ser dicha, como en algún momento nos sugiere Lacan. Si le apostamos a la verdad, debemos reconocer que no es LA verdad, con mayúsculas, sino la verdad de cada sujeto, la verdad del encuentro de uno con uno, del analizante consigo mismo y del analizante consigo mismo en compañía del semblante del analista. Es pues nuestra práctica un lugar de avanzada, un lugar de conquista de sí mismo, un espacio donde ustedes comenzarán a jugar una serie de condiciones que prefiguran una ética: un deseo de la verdad. Nuestra ética, es decir, nuestro quehacer, nos dirige a buscar siempre un espacio para dar cuenta del sentido oculto, del deslizamiento del significante, las transformaciones beta y alfa, de los objetos internos, de las pulsiones y de los representantes representativos, así como la puesta en acto de un espacio transicional que posibilite el juego del análisis. No descartemos ser políglotas, estamos llamados en la clínica contemporánea a ser políglotas teóricos, hablemos freudiano, kleiniano, lacaniano, winnicottiano, bioniano, meltzeriano, pero convoquemos nuestro propio deseo a hablar estos “idiomas” bien, apuntando a hablarlo en nivel nativo. La realidad de nuestra época, les obligará en lo sucesivo a tomar en cuenta todas las escuelas para poder tomar en cuenta, o mejor tomar en análisis a todos los sujetos. Es una tarea titánica e inacabada, así como Leonardo llevaba consigo su obra maestra y la que nunca terminó, La Mona Lisa, así los invito a ustedes a llevar consigo siempre un deseo de saber, que sea siempre una pintura que no se termina de realizar pero que justo en su construcción permanente encuentra a la vez la maestría que la caracteriza. Sean artistas de su propia comprensión y nunca caigan en el espejismo de haber logrado la perfección de la técnica, busquen llevarse más allá de lo conocido de las fronteras del saber y perpetúen ese respeto por la verdad que implica el saber que no toda puede ser contenida. Convoco a nuestro encuentro a un gran analista, Serge Leclaire quien señala en “Escritos para el psicoanálisis I: Moradas de otra parte”, lo siguiente: “El psicoanálisis nos curará tal vez un día de la plaga de los que comprendieron para siempre, de los que saben, íntimos de una verdad a su medida, mensurada y acotada; nos librará tal vez, por añadidura, de una variedad particularmente triste de esta especie: el psicoanalista-que-entendió-todo.” (Leclaire, 2000, p. 58) Seamos como Leclaire y no busquemos ser esa “triste especie” del psicoanalista-que-entendió-todo. Hagamos juego con el significante, pues ser seres habitados por el lenguaje nos lo permite, seamos como Leclaire, pero también seamos Le-Claire [Lo claro], ser lo claro es tener en claro cuál es nuestro lugar. No quiero aburrirlos más con esta charla, pero lo que sí quiero es felicitar sus esfuerzos e invitarlos siempre a elegir bien, como lo han hecho ya, a sus maestros; y a elegir bien desde dónde su verdad habla. Muchas gracias y muchas felicidades.
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