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Psicoanálisis

Sobre el narcisismo en Freud.

3/16/2016

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​POR: V. H. TORO
Imagen
"Narciso" de Caravaggio
   
El psicoanálisis tiene varios elementos, o mejor dicho, subrogados que componen la totalidad de su riqueza teórica, dos de los más importantes, lo más importantes creo yo, serían la clínica y la metapsicología. En lo que atañe al cuerpo teórico correspondiente al narcisismo encontramos estos dos elementos como los ejes en los que se apoya ésta idea en Freud.
       
       Freud encuentra varias realidades de las cuales infiere el surgimiento del narcisismo; el cual, no tendría tanto que ver con lo patológico, al menos en un primer tiempo, sino más bien con un momento natural del desarrollo (a este momento del desarrollo lo llamará “narcisismo primario”), dichas realidades que lo arrojan a estudiar el narcisismo, o contemplarlo como una realidad clínica y del desarrollo serían: las psicosis, las etapas tempranas en los niños, estados hipocondríacos,  enfermedad orgánica, entre otras.
Fundamentalmente, éstos elementos atañen de manera necesaria un monto de narcisismo, entendido en Freud como la vuelta de la libido sobre el propio Yo (que es tomado como objeto, primera relación en el desarrollo psíquico para éste autor). No podría discutirse que el que padece una enfermedad orgánica desmonta libido de sus relaciones objetales para depositarla al cuidado y preocupación de sí mismo, el mismo fenómeno, pero en un aparente sinsentido en tanto no hay evidencia “real” que corrobore las sospechas del hipocondríaco, ocurre en el estado hipocondríaco, ni qué decir tiene en el psicótico para quien la realidad externa con todos sus elementos ha quedado excluida quedando en su reemplazo el mundo interno a través del cual el sujeto psicótico vive la experiencia.
Ahora bien, Freud distingue dos tipos de narcisismo:
  1. Narcisismo primario: se trata de una fase natural y normal en el desarrollo del niño, se ubica entre el autoerotismo y lo que Freud llama “elección de objeto”. En ésta etapa toda la libido (que es de carácter sexual para Freud) estará puesta sobre el Yo, no sobre un objeto; debido a que el niño no distingue quién es él y quién es la mamá, esto es, el límite o la barrera entre el Yo y el No-Yo (que autores como Winnicott retomarán), y éste momento resulta central en la formación del Yo para Freud, justo porque involucra la comprensión de ésos límites lo que a su vez implica una cohesión del Yo, no existente en el psicótico. La identificación narcisista con el otro será el nuevo fenómeno psíquico que desembocará en la formación del Yo, la imagen del cuerpo propio, etc. Cabe hacer una aclaración en lo concerniente a la identificación narcisista en Freud, mediante la cual se toma el aspecto del otro para tener una idea de mí mismo, una noción sobre mí. Lacan desarrollará posteriormente esta idea en lo que denominó “Estadio del espejo”.
  2. Narcisismo secundario: hablamos aquí de momentos en los que, habiendo trascendido el periodo de narcisismo primario y habiendo depositado libido en los objetos, ésta se retrae de nuevo hacia el Yo, aun habiendo tramitado aparentemente el narcisismo primario; éste tipo de narcisismo tiene ya cierto contenido patológico aunque, como hemos visto, episodios de la vida cotidiana lo pueden desencadenar con facilidad sin que implique necesariamente la constitución de una estructura patológica de gravedad.

        Una vez que el niño traspasa o atraviesa el narcisismo primario, la energía libidinal depositada en sí mismo, en las ideas omnipotentes y grandiosas, así como en los fenómenos alucinatorios de auto-satisfacción (el pecho de la madre aparece como una extensión del niño respuesta a su necesidad), pasa al “Ideal del Yo” (lo que uno quisiera llegar a ser) así como al proceso de la elección de objeto. Sobre el ideal, cabría decir, que mientras más se acerque el Yo al Ideal del Yo, más fácil se generará la satisfacción narcisista que dará la idea de recuperar el estadio de completud (aún no rebanada por la castración) del narcisismo primario. La contraparte, un alejamiento de éste Ideal del Yo, genera estados depresivos, culpa, baja autoestima, etc. La conciencia moral será la que evalúe el desempeño del Yo en relación con el Ideal del Yo.  Podría decirse que uno recupera algo de su narcisismo al recibir el amor de objeto, mientras que no obtenerlo supondrá, igualmente, un sentimiento de insatisfactoria inferioridad.

       Ya ulteriores elaboraciones freudianas con respecto al narcisismo encontrarán en éste el origen de diversos fenómenos psíquicos, la inversión u homosexualidad masculina por ejemplo; la incapacidad para reconocer la diferencia (lo que no es como uno), intolerable para el sujeto narcisista, y que acontece durante el periodo del Complejo de Edipo con respecto a la diferencia de sexos y la amenaza de castración,  suponen para el sujeto una representación intensa e inmanejable que lo empuja a realizar una identificación (narcisista, podríamos decir) con la madre, colocándose en su lugar y amando a jóvenes masculinos del mismo modo en que la madre lo hubo amado a él. En términos extremadamente resumidos éstas serías la perspectiva freudiana más difundida con respecto al fenómeno de la homosexualidad masculina, como vemos encontrando su base en la posición narcisista de la no tolerancia de la diferencia y al mismo tiempo del amor a lo que es como yo. El sujeto narcisista poco habrá de ejecutar el amor “por apuntalamiento” (como lo llamará Freud), o al menos lo hará pobremente, esto es un amor que concibe al objeto y valora al objeto como un fin en sí mismo (usando terminología kantiana), por lo demás su percepción del objeto de amor no es más que una manifestación de una extensión de sí mismo: Narciso condenado al ahogamiento, de su propia voluptuosidad autosuficiente. 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS: 

Freud, S. (1914), "Introducción al narcisismo", Tomo XIV, Obras completas, ​Ed. Amorrortu. Pp. 65-98.

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