Cuando los ídolos se encuentran: Varo, Kahlo, Orozco y Siqueiros se juntan a tomar un café.2/3/2019 Por: Hugo Toro ![]() Espectaculares las dos exposiciones que se encuentran actualmente en el Museo de Arte Moderno de México; la primera, dedicada a la obra de la artista surrealista Remedios Varo, titulada “Adictos a Remedios Varo: nuevo legado 2018”, que integra varias de las grandes obras pictóricas de Varo, incluyendo además, los bocetos preparativos para varias de sus pinturas, objetos personales, apuntes, cartas y ropa. La exposición curada con maestría por Marisol Argüelles ofrece una oportunidad invaluable para tomar contacto con la obra de esta extraordinaria artista; en efecto, el contacto será uno y el efecto incalculable: quedaremos adictos a Varo.
![]() Por otro lado, justo frente a la sala que aloja la exposición de Varo, se encuentra una segunda exposición titulada “Patrimoniales”, que integra 130 piezas, realizadas en los años 1913-1974, como pinturas, esculturas, fotografías, litografías y dibujos de los grandes artistas plásticos de México: Frida Kahlo, Saturnino Herrán, José Clemente Orozco, María Izquierdo, Diego Rivera, David A. Siqueiros y Rufino Tamayo. El éxtasis es grande, casi se puede sentir al deseo resquebrajarse para dejarnos aniquilar por el goce; pinturas sublimes y potentes, estructuradas a partir de una vértebra de crítica esencial a status quo, queda el legado de los grandes intelectuales plasmado en esta exposición de una época antigua donde la crítica y la subversión se integraban con la técnica, la inteligencia, la creatividad y el talento; lo humano en su máxima potencia, la crítica en su más elegante composición. Otra exposición para no perderse, pues estamos justamente frente al gran patrimonio plástico de México. La primera se encontrará vigente hasta febrero de este año, la segunda hasta marzo; el tiempo apremia para darnos un escape para dejar de escapar...
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Autor: Hugo Toro ![]() Dos noticias me han conmocionado durante esta semana: la primera de ellas, el monstruo de Ecatepec, presunto asesino múltiple de mujeres en el Estado de México; la segunda, el suicidio de una joven transexual que poco antes de su decisivo acto expuso un vídeo en el que contravenía las opiniones dadas por la ex Miss Universo Lupita Jones. Ambas notas tienen en común su impacto mediático, producido por el origen de las mismas: vídeos. Esencialmente, la opinión pública se ha enterado, del primer caso, gracias a un vídeo de un interrogatorio (Dios ha de saber si la publicación de eso es legal y de no ser así si se castigará al que lo realizó) en el que el ahora llamado “Monstruo de Ecatepec” narra una serie de eventos biográficos que a todas luces representan el discurso de un psicótico que ha desmembrado la estructura mental para llevar a cabo el goce del asesinato de quienes considera sus enemigas acérrimas, por supuesto, prestanombres todas de una imago materna ultra fálica y con tintes agresivos presentes y venenosos. Por su lado, la segunda nota, también nos vino dada por un vídeo, en el cual la señora Lupita Jones hacía énfasis en su discordancia al respecto de la participación de una mujer transexual en la competencia venidera de Miss Universo. Las dos noticias suscitaron una serie de pasiones en las redes sociales y en la opinión pública, todas giraron alrededor de la teoría de género, la masculinidad, la feminidad, la transexualidad, etc., todas reflexiones válidas que no hacen más que reafirmar un hecho natural de la época actual: la duda y la incertidumbre. No es raro que en los momentos de mayor devenir reflexivo y teórico alrededor de estos asuntos la incertidumbre forme parte de la sensación colectiva, una incertidumbre porque lo políticamente correcto cambia día con día, porque los excluidos a veces operan como los persecutorios, al mismo tiempo que los excluyentes se adjudican mantos de miseria y desdicha que no les corresponden. Por supuesto, a todo esto queda un elemento más, que es el hecho de que en momentos de incertidumbre la mentalidad extremista y radical se amplía, la gente se vuelve necia y, para decirlo por lo bajo, estúpida; las reflexiones se convierten en un monólogo constante, entre dos criaturas monstruosas que sordas a las palabras del otro se vuelven más enajenadas, rascando el prurito de la intolerancia y del rechazo. Nadie puede culpar a Lupita Jones del suicidio de la transexual, eso tiene tienes de trastorno grave de la personalidad pero, al mismo tiempo, sí se le puede cuestionar por sus posicionamientos con aires legalistas y ligeramente tramposos. El “Monstruo de Ecatepec” es tan sólo una manifestación clara de la pobredumbre social y familiar a la que están expuestos los menos favorecidos de nuestra sociedad, pero descubre al mismo tiempo un esquema de concepción de la mujer, un “debiera ser” que amortigua cualquier expectativa de cambio y reafirmación por convertirse en una égida estéril de una pobre ideología. El asunto es grave y lo estamos padeciendo, las líneas de comunicación se vuelven cada vez más violentas y lo cierto es que, en la medida en que los sujetos se distancien de los órdenes formales de diálogo, investigación y de la sublime humildad que permite el conocimiento, jamás llegaremos al final esperado, el abismo será cada vez más amplio y mujeres en un polo social exclusivo como Lupita Jones echarán mano de astucias legales para detener un cierto devenir y en el otro polo, el menos favorecido, criaturas como el así llamado “Monstruo de Ecatepec” seguirán germinando… Mujeres, Hombres, Niños, Jóvenes, Ancianos. La humanidad entera lo estamos padeciendo. Autor: Hugo Toro ![]() El fin de semana pasado ocurrió uno de esos eventos que en el mundo e historia del arte se configuran como huellas indelebles en los anales de la práctica artística. En plena feria Frieze, acabada una subasta en la que una copia sobre lienzo de la obra Girl with balloon fue vendida por 1,2 millones de euros, cuadruplicando su valor inicial, ocurrió lo insólito: la autodestrucción. Como si de un adicto al krokodil se tratara, la obra, enmarcada con un dispositivo de triturar, comenzó a despedazarse frente a los ojos expectantes e insólitos de los asistentes que con muecas de incomprensión contemplaban lo que a todas vistas no era más que la manifestación más clara de una afrenta al mundo del arte. Y es que en todo esto el asunto central es la permanente lucha de los artistas plásticos contemporáneos por asumir un rol disruptivo que ya no les corresponde, esencialmente, lo disruptivo se ha vuelto canon y expresiones como esta en las que el propio Banksy (o los propios Banksy’s, pues con cierta inclinación paranoica soy llevado a pensar que se trata más bien de un colectivo) cita a Picasso en su famosa sentencia “El impulso de destruir también es un impulso creativo”, refuerzan la especulación del arte contemporáneo, que abusa de los métodos declarativos de insurrección para proclamarse monstruos devoradores de sistemas, cuando ajenos a lo que de ellos se ha hecho descuidan que son ellos mismos ahora un engrane de la maquinaria más coercitiva y nauseabunda que ha habido en la historia de la creatividad humana, aquella maquinaria que responde a la publicidad, al marketing, a lo ajeno, a lo inclusivo, a lo distinto, al dinero, al mejor postor, a lo falsamente inventivo y, como si fuera poco, a una rebeldía insurrecta que cala por lo constante de sus manifestaciones, que hunde sus raíces en un desconcierto generalizado y frecuente, que deja de aparecer como sorpresa para mostrarse con toda claridad como un estado permanente de la mente que se derrite cansada y agotada por los mismos estímulos, las mismas maneras, las cédulas largas y las obras de trascendencia corta. Lo que ocurrió el fin de semana pasado no es poca cosa, reúne con prístina claridad y sin vergüenza la trama que los últimos años se ha generado en el mundo del arte, una trama repetitiva como telenovela colombiana o mexicana, una trama que se reduce una fórmula mágica que garantiza el alimento basura del mundo del arte contemporáneo: falsa creatividad + lectura sociopolítica + provocación + caducidad. La formulita ha funcionado pero ya ha sido aplicada tantas veces que conviene rescatar que de creativo poco queda, que en lo sorprendente se queda corto, que para vender son un portento y que para crear obras trascendentales son, por lo menos, un verdadero fracaso. La humanidad conservará comida echada a perder, huevos estrellados contra muros falsos, fotografías del papa cagadas por aves, son las obras que quedarán a la posteridad. Por: Hugo Toro. ![]() Ha terminado la jornada electoral de este año. Los resultados son contundentes e incuestionables, la euforia ha abierto un escenario poco o nunca antes visto en la historia política de nuestro país. Auténticamente el modelo democrático da sus primeros frutos, no los últimos ni los más sofisticados, en esta alternancia que sanciona un clima socioeconómico de hartazgo, dejó manifiesto (y con total claridad) que las casas blancas, los Grupos Higas, los Duartes, los Moreiras, y un largo etcétera son reprobados por la ciudadanía que no permanece desconocedora de estos factores. La época del delincuente anónimo de cuello blanco, la época de esconder las cosas bajo el tapete ha terminado y el resultado de esto es la elección del candidato más radical y que representaba desde hace más de 15 años la oposición fáctica a un grupo más ortodoxo tanto en sus políticas económicas como en su apropiación del poder y sus métodos delincuenciales. Celebro con pasión la alternancia porque creo que es un paso para una cultura cívica, para la construcción de una ciudadanía comprometida y enterada. En estas elecciones participaron poco más del 60 % del electorado, debemos congratularnos, gente que gritaba a pecho que quería votar y se desesperaba por no encontrar Casillas Especiales con capacidad para recibirlos; el mensaje es claro, la ciudadanía mexicana puede con entera libertad decidir, castigar, anular y movilizar todo el aparato de gobierno para lograr una transición y una expulsión al mismo tiempo de los actores políticos del país. Con un histórico récord de más de 52% de votos (PREP – 6:40AM/02/07/18) a favor Andrés Manuel López Obrador se posiciona como el virtual ganador de una elección había mantenido en el velo de la incertidumbre a una nación. El día de ayer, luego del mensaje del Consejero Presidente del INE y del Presidente Constitucional, Andrés Manuel López Obrador dio su primer discurso como presidente electo; en el cual destacó su apertura para aceptar la libre empresa, la libertad de expresión, garantizó que revisará los procesos de inversión privada en PEMEX, advirtió que en su gobierno no tolerará ningún tipo de corrupción ni de propios (“familia, colaboradores”) ni de extraños, además reiteró sus tendencias económicas hacia un mercado interno, sobre las relaciones internacionales mencionó ser “amigo de todas las naciones” y procurar la soberanía nacional Seamos puntuales, AMLO no es incuestionable, se le pueden hacer preguntas, hay temas en el tintero que plantear y por cuyas respuestas preocuparnos. Pero preguntas y críticas bien sustentadas, no las cerrazones en relación a Venezuela. Anticipo que no soy Lópezobradorista, ni siquiera simpatizo con su “modelo de nación”, pero creo que hacer este tipo de críticas tan poco sustentadas es penoso, plantear siquiera que México puede devenir Venezuela es como plantear que porque se hubiera votado por Anaya México sería Francia porque habla francés. Creo que las críticas a AMLO pueden estructurarse desde un lugar más pensado, podríamos plantear, por ejemplo: 1. Si ya no hay mafia del poder, ¿hará todo lo que prometió? 2. Esa promesa de anticorrupción tanto afuera de su círculo como adentro, ¿cómo la va a llevar a cabo? 3. ¿Está dispuesto a sostener un modelo económico abierto o a qué se refiere con “libre empresa”? 4. ¿Cuál será la postura estatal respecto a las reformas instauradas por sus antecesores?, ¿las perpetuará?, ¿las anulará?, ¿las transformará? 5. ¿Por qué no ha hablado de su principal crítica que es su aparente autoritarismo? ¿Está dispuesto a garantizar un auténtico modelo democrático? Yo no sé qué tan caro nos saldrá esta elección, creo que nadie lo puede saber, lo que sí sabemos es que ya hemos pagado mucho, otro tanto no nos hará mella. Pagamos con Calderón y su fallido combate al narcotráfico que incrementó los índices de violencia al nivel de países como Afganistán, pagamos con Enrique Peña Nieto devaluaciones, desapariciones forzadas, privatizaciones mal hechas, capitalismo de cuates, creo que ya hemos pagado bastante, a ver con AMLO cuánto nos toca pagar, pero seguro andará por los mismos índices de pago. Reseña por: Hugo Toro. ![]() Capital cultural del país, la Ciudad de México ofrece una amplia gama de espectáculos culturales, algunos destacan mucho más que otros por la calidad con que son realizados y por la trascendencia de dicha realización. Hoy por hoy en el Museo Tamayo se lleva a cabo “Shakespeare en el parque”, una temporada teatral que acerca al público mexicano al mítico trabajo desarrollado por el dramaturgo inglés. El fin de semana pasado tuve la fortuna de estar en el estreno de la obra “Macbeth”, una de las más conocidas y representativas de Shakespeare, si bien el concepto es poco explorado en nuestro país y pudiera generar ciertas suspicacias, lo que tenemos frente a nosotros es una puesta en escena elegante, la sencillez de un escenario que no merece ni necesita más que el brillante talento de los actores de la compañía, quienes ejecutan con maestría los personajes de la obra shakesperiana. La alta cultura teatral en México se engalana con esta temporada que no sólo es recomendable sino debida para quienes gustan del buen teatro. Por supuesto, la obra es nada sin la habilidad histriónica única y experimentada de Juan Manuel Bernal y Lisa Owen (Lord & Lady Macbeth), quienes vierten en la obra una pasión desbordante que introduce al espectador en una atmósfera dramática, el amor por el teatro y la actuación se respiran a cada minuto de la puesta en escena, que durante 2 hrs., sumergen en una historia trascendental de la creación humana. Daría gusto a W. Shakespeare el alcance de su obra y la excelente representación que en tierras americanas se hace de ella. Los demás actores del elenco: Diego Jáuregui/ Mauricio García Lozano, Raúl Villegas, Paula Watson, Daniel Haddad, Asssira Abbate, Julián Segura y Miguel Santa Rita (de quien da gusto observar su desarrollo, desenvolvimiento y evolución actoral desde sus días en series televisivas) dejan todo en el escenario, el profesionalismo y el fuego actoral se demuestra en los rostros convulsos de estos jóvenes actores que sorprenden por sus interpretaciones. No resta mucho por decir, los elogios son merecidos y la recomendación es clara: ¡Vayan y disfruten de Teatro en el Parque- Shakespeare! Reseña por: Hugo Toro. ![]() La semana pasada se inauguró al fin la muestra “Caravaggio: una obra, un legado” (22 de febrero – 20 de mayo de 2018), la cual trae como única pieza el óleo La Buona Ventura (1596), de los primeros años del famoso pintor italiano, quien hizo fama por su magistral uso de los claroscuros. El día de ayer me di la oportunidad de visitar la muestra; por fortuna, tuve el privilegio de encontrar el museo prácticamente vacío, por lo que entré sin problemas a la exhibición, permitiéndome disfrutar durante una buena cantidad de tiempo de la obra en cuestión. Por supuesto, se trata de una de las obras menos importantes del pintor, más aún es una sus primeras lo que se refleja en que las cualidades de su trabajo, es decir, aquellos aspectos por los que en nuestros días es famoso y reconocido no se alcanzan a distinguir del todo en esta pieza (la profundidad de los claroscursos). Sin embargo, esto no demerita la oportunidad para muchos que encontrarán en esto una oportunidad de apreciar el arte del famoso autor de primera mano. La obra fue pintada alrededor de 1594-1595, teniendo una versión “gemela” en el museo del Louvre, titulada “La diseuse de bonne aventure”. Nosotros disfrutamos de la versión que se encuentra en el Musei Capitolini de Roma, con quien el MUNAL colabora para la realización de esta muestra. Aunque la curaduría de la exposición tiene algunos puntos débiles, la sobrada maestría de Caravaggio deja muy atrás en el camino del disfrute cualquier hipersensibilidad a este respecto. Puede disfrutarse y podría ser que hasta valga la pena. Por: Hugo Toro. ![]() Antes de comenzar esta breve reflexión deseo curarme en salud de los comentarios estúpidos y poco edificantes que podrían hacerse a este escrito, para ello debo reconocer ante el lector que lo último que deseo es hablar mal de una disciplina, mucho menos desconocer lo que estoy seguro son muchos logros y riquezas; esto es únicamente una breve reflexión, que sostiene todo mi respeto por los practicantes de esta disciplina y sus teorizaciones, aunque mi lenguaje pueda considerarse tosco, beligerante. Desde hace un buen tiempo la sexología se ha colocado en uno de los primeros lugares de especialización en las universidades, cada vez una mayor cantidad de jóvenes y profesionales de la salud mental se inclinan por esta disciplina; programas nacionales de televisión abren sus tiempos para brindarle a los sexólogos el beneficio del micrófono el cual, muchas veces, usan de una manera riesgosa y poco inteligente. Por lo demás, países con una raigambre cultural e intelectual menos ordenada bajo la égida norteamericana, como Francia, Argentina, Reino Unido, etc., siguen abriendo micrófonos a filósofos, psicoanalistas, artistas, literatos, etc., quienes mucho tienen que decir sobre las relaciones sexuales aunque no sea lo más atractivo de ser escuchado. Por supuesto, la promesa es la misma que se desarrolla desde la lógica del Amo capitalista, una promesa que además se articula bajo la forma de un imperativo: ¡goza! o, mejor, ¡gozarás!. Tal es el sentido de algunas de las elaboraciones que se desprenden de la sexología, la mítica promesa de relaciones sexuales plenas, satisfactorias por entero, completas, perfectas, “saludables”, desvergonzadas, individualistas, subjetivas, provocativas, permisivas. Justo ahí es donde se descuida el aspecto fundamental de lo inconsciente y donde se articula la promesa vacía de completud satisfactoria. El sujeto no puede nunca sentirse plenamente satisfecho a lo que su sexualidad refiere, a no ser que su estructura desfallezca de ciertos elementos. Además, ¿es necesario apelar a la satisfacción completa y perfecta?, ¿no es, precisamente esa barrera del no-goce la que permite la función más hermosa y placentera del sexo?, ¿no es eso lo que nos coloca por encima del plus de goce lacaniano? Por supuesto, en un mundo donde se prioriza lo inmediato, lo gozoso, el no pensamiento; la promesa de relaciones sexuales sin presión, sin vergüenza, plenas, satisfactorias, es mucho más atrayente que la tradicional capa de belleza que cubre y que nos sostiene lejos de ese goce mortífero que solo el perverso atraviesa o busca atravesar. El orgasmo comienza justo ahí donde ha terminado. Se trata pues, de una disciplina que apela a aquello de un orden establecido, no a su cuestionamiento. Pues si hay algo que el capitalismo exacerba es convertir al sujeto en un ente hipersexualizado, realizado en sus relaciones corporales, satisfechos o más allá, auto-satisfechos; el vínculo amoroso doloroso, es vilipendiado para apuntalar la idea de la satisfacción individualista libre de frontera con el goce. Si bien, el amor no necesariamente debe ser sacrificio, amar sí implica todo el tiempo una operación mental dolorosa, profunda y amplia, en el sentido bioniano. Por supuesto, la inscripción del hombre como seres “corporales” para justificar el alcance de dichas relaciones “completamente placenteras” es condición, pues se niega el contenido mental para acentuar las realidades corporales, como si éstas no estuvieras cubiertas bajo el manto del fantasma… Autor: Hugo Toro. ![]() Si la apuesta era generar vínculos cercanos a través de una forma contemporánea de citas a ciegas, se falló por completo. Todo esto se debió a que se obvió el hecho de que la juventud de nuestros días se encuentra patéticamente rehusada a las relaciones de largo plazo. El nulo pensamiento profundo, aunado a una tendencia cada vez más cercana a la inconsciencia de sí, hace que los sujetos sean para sí mismos un ignoto al que ni siquiera le dan el valor de búsqueda. Tinder reúne perfiles varios, ordenados a manera de catálogo que urge a sus usuarios a deslizar los dedos en un sentido o en otro compulsivamente, sin un sentido claro de la estética, la ética o el poco conocido amor, al menos su búsqueda. Lejos de impregnar mi pensamiento de tintes moralistas, que sí tiene, la argumentación que aquí sostengo no invita a nadie a dejar de utilizar la herramienta, por el contrario expone una descripción de lo verdadero, no así de la verdad, en el sentido hegeliano del término (al menos como se puede deducir de las lecturas kojevianas de la Fenomenología del espíritu). Lo que denuncio, como suelo hacer, es la putrefacción del sistema de relaciones que urge a los sujetos a despojarse de cualquier visión teleológica de las relaciones que van construyendo. Acostarse con quien otrora fuera un amigo y después se desplazó a la categoría de amante, la siempre apasionante aventura de descubrir un cuerpo que había estado cubierto por el velo del pudor durante un tiempo, el tacto que desea alimentarse por más de una noche y que se ahoga en el hambre de “más, más, más”; todos éstos son aspectos de la vida que se van nulificando ante la sombra perniciosa de las herramientas como Tinder, pocos sujetos serán los merecedores de encontrar el amor en esas plataformas que no lo garantizan, pero sí garantizan el triunfo maniaco de un narcisismo que sugiere la realidad no de un solo individuo sino de una época, el sentido del amor ha quedado supeditado al sentido de la eyaculación. Graciosos son los intentos por levantar la realidad carenciada de las relaciones contemporáneas justificándolas, luchar por generar vínculos profundos y verdaderos, donde uno se encuentra permanentemente comprometido, vulnerado por la vergüenza, el hartazgo, el peligro de perderse en el otro, la manifestación de la escucha y la mirada del otro que observa atento quiénes somos o, al menos lo que logramos mostrar. Deber de lucha que debemos sostener quienes apelamos a un amor más romántico y pensado, sufrido y esperanzador que acoja en sus raíces el gotero del tiempo y las consecuencias de su paso por nuestra vida… Reseña por: Hugo Toro. ![]() He tenido la enorme fortuna de asistir a una de las presentaciones de la puesta en escena “Un acto de Dios”, protagonizada por Horacio Villalobos en compañía de Aldo Gallardo y Juan Ugarte, bajo la dirección de Pilar Boliver. Una obra originaria de Broadway, desarrollada por el genio del teatro y la televisión David Javerbaum, se presenta éstos días en el Teatro Xola. Los asistentes estaremos supeditados a la gloriosa presencia de Dios todopoderoso quien, interpretado por el excelente Villalobos, va desmenuzando los grandes misterios de la humanidad, profundizando tanto en preguntas simplonas y por lo demás cómicas como en otras de gran profundidad y significado como aquella pregunta heideggeriana que estremece toda condición ontológica: ¿Por qué hay algo y no más bien nada? La maestría del protagonista central (H. Villalobos) hace de la puesta en escena una maravilla de disfrute que provoca risas incesantes y auténticas, los asistentes somos acogidos en una verdadera puesta en escena que sobresale por una iluminación fantástica y una escenografía de una calidad invaluable (de Sergio Villegas); una obra que vale la pena al mil por mil. Nuestro Dios occidental queda expandido en una maravilla que supone un final inesperado y que promete no sólo un momento de alegría y diversión sino una invitación auténtica a la vida, a abrir los brazos a la vida que nos invade y que en las venas nos recorre. Obligada para el que guste del buen teatro y para quien desee pasar momentos de extraordinara diversión; lo invertido queda, como toda buena inversión, retribuida en un más que buen resultado. Nadie podría quedar desencantado. La verdadera naturaleza de esta obra es dar cuenta del poder auténtico de Dios que queda en el corazón de los hombres… Fanpage de la obra: https://www.facebook.com/unactodedios/ Autor: Hugo Toro. ![]() De extremo a extremo. El Museo de Arte Moderno de México, expone en sus salas dos muestras artísticas que en sí mismas permiten la articulación de experiencias radicalmente distintas. La muestra de Guillermo Gómez-Peña, expone los trabajos del artista perfomático, haciendo una revisión histórica de sus trabajos; naturalmente, la exposición resulta en un espectáculo que raya lo patético, lo que Avelina Lésper denuncia como arte VIP (Vídeo, Instalación, Performance), si bien no hay que dudar ni por un segundo las cualidades y capacidades artísticas de Gómez-Peña, sí hay que sentirnos apenados profundamente porque dichas capacidades sean desperdiciadas en un trabajo tan pueril y poco enriquecedor como el que realiza. Sus capacidades y virtuosismo quedan manifestados en la fotografía que realiza, entre otros muchos aspectos que en sí mismos podrían representar importantes virtudes para la elaboración de obras que se adscriben a un canon más elevado de producción artística. Uno va avanzando por “Mexican (IN)documentado” sorteando constelaciones de emociones que van de lo inquietante a lo particularmente repulsivo; no se alcanza a dimensionar la trascendencia de las obras (cualidad específica del buen arte), no así el discurso que las acompaña que por lo “facilón” e insustancial de su texto no supone un esfuerzo mayoritario del espectador que se encuentra supeditado a una arrolladora serie de obras que no impactan más allá de una temporalidad inmediata. Por lo demás no hay que obviar las muestras como ésta, pues representan sin duda la construcción artística de nuestra época, misma de la que sólo el tiempo y la historia del arte nos habrán de sancionar. Mal arte, a mis ojos, pero arte al fin. Pasando a otra sala la experiencia es radicalmente distinta. “The most beautiful part” es una exposición fotográfica que reúne los trabajos de más de 60 artistas, cada una de las obras tiene por protagonista el cuerpo humano; que, capturado con proverbial maestría por cada uno de los fotógrafos, inspira la aprehensión de una belleza que raya lo sublime. El espectador se encuentra suspendido en una muestra que confronta con la belleza del cuerpo humano en cada una de sus expresiones, no se trata de estándares de belleza, sino de la belleza de la captura, la belleza de la aprehensión de la realidad del cuerpo humano. Si nos detenemos a reconsiderar las obras de esta muestra en contraste con las de Gómez-Peña, encontraremos una distancia patética y triste, pues estas obras reunidas actualmente podrían presentarse atemporalmente, es decir, se pudieron presentar hace sesenta años o dentro de sesenta años y el valor estético que las acompaña seguiría siendo el mismo, igualmente notable.
La parte más hermosa… Por ahora, la parte más hermosa del Museo de Arte Moderno de México se encuentra en la sala dedicada a “The most beautiful part”; una experiencia imperdible para quienes desean encontrar belleza en los momentos más pueriles, en los cuerpos más excesivos. El cuerpo humano y su belleza, con todas sus vicisitudes se encuentran en esta muestra que, he de repetir, será imperdible para aquel que guste del buen arte. |